El pasado día 19 de diciembre tuvo lugar una nueva sesión del curso anual de Teología del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, esta vez a cargo de D. Jesús Jaime, sacerdote diocesano y profesor de moral social en el Centro Regional de Estudios Teológicos para Seglares, bajo el título «Llamada a la unanimidad ecológica».

Introducción

El ponente señaló al inicio de su intervención: «Vengo a compartir con vosotros algunas reflexiones en torno a la Encíclica Laudato Si’. Sobretodo, me fijaré en la parte del “actuar” porque creo que la llamada a la unanimidad ecológica es una llamada sobre todo a la acción. Es el objetivo que tiene la Encíclica».  «Voy a partir reconociendo que, desde el comienzo de su pontificado, el Papa Francisco mostró interés y preocupación por el tema ecológico. En la propia homilía de la Misa Inaugural de su Pontificado, al presentar alguna de las principales preocupaciones que iban a orientar su ministerio, subrayó: “custodiemos a Cristo, en nuestra vida, para custodiar a los demás, para custodiar a la Creación”. “Y finalizó la homilía inaugural afirmando que “la salvaguarda de la creación, de nuestra casa común y de nuestra familia, en particular, de los pobres y de los débiles, representa precisamente su vocación de Obispo de Roma, vocación a la que todos somos llamados”. 

En la Encíclica LS, el Papa exhorta a toda la Iglesia Católica, a las comunidades cristianas de todo el mundo, a los seguidores de otras tradiciones religiosas, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que empecemos a preocuparnos seriamente por nuestra casa común, que comienza a desmoronarse”. “Muchos han querido hacer esa imagen de San Francisco, a quien cita en los comienzos, “repara mi casa”, esa casa era la Iglesia; pues bien, el Papa, además de la Iglesia, se refiere a esa casa, que es la casa de todos, la casa común. Por tanto, la Encíclica es una llamada a la responsabilidad para los líderes mundiales, religiosos y la gente común de la Tierra (ns. 13 y 16 LS). 

La publicación de la Encíclica (mayo 2015) tuvo un efecto “dominó” dentro de las comunidades religiosas.  A la publicación de LS siguió la publicación de una carta sobre la crisis climática, firmada por más de trescientos rabinos. También siguió la declaración islámica sobre el cambio climático y así se fueron sucediendo. Alguna le llaman la “Encíclica verde” del Papa. Es una Encíclica que ha creado poderosas ondas dentro de las comunidades católicas de las confesiones cristianas, entre los seguidores de otras religiones y entre los seguidores creyentes comprometidos dentro de la comunidad académica, y dentro de la propia sociedad civil en todo el mundo”. 

“Desde el principio de la Encíclica, el Papa Francisco hace una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo cómo estamos construyendo el futuro del planeta. Porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas nos interesa y nos impacta a todos. La cuestión ambiental -señala- “no es un problema puramente técnico, que haya que dejar en manos de los políticos o de sus consultores especializados: es un problema de todos. Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, cada uno desde su experiencia, desde sus iniciativas y sus capacidades” (LS 16). 

  1. Estructura de la Encíclica

La Encíclica se abre con una introducción que comienza con esas palabras del cántico de San Francisco “Laudato Si!. mi Signore” («Alabado seas mi Señor»). Luego recoge las aportaciones de los papas anteriores a la preocupación por el cuidado de la creación. Recordó el ponente que Benedicto XVI y el mismo Juan Pablo II habían dedicado alguna de las jornadas mundiales de la paz al cuidado de la creación. Pero recoge también, sobre todo, la reflexión de innumerables científicos, teológicos, organizaciones sociales,… así como el gran aporte del patriarca ecuménico Bartolomé I, que es uno de los iniciadores, al menos, en el ámbito religioso, que empezó a elaborar escritos invitando a una acción común, a tener presente el cuidado de la Creación.

 En la introducción formula una invitación urgente al cuidado por todos de la casa común. Los seis capítulos pueden entenderse mejor desde el marco de referencia de la metodología “ver, juzgar y actuar”. Una metodología que ayuda a comprender, evaluar y responder a los problemas sociales. 

El primer momento sería el “ver”, es como el capítulo I (“Lo que está pasando a nuestra casa”), en el que «hace una descripción científica, difícilmente rebatible, de los principales problemas que amenazas nuestra casa común: la contaminación, el cambio climático, la pérdida de la diversidad, el agotamiento de los recursos naturales, incluida el agua, la deterioro de la vida humana, la degradación de la sociedad (no solo habla de problemas ambientales, también humanos, bajo el prisma de la “ecología integral”) y también se detallan las consecuencias que esta situación tiene para las personas, especialmente para los más pobres”. “Los que sufren, mayormente, todos los desastres producidos por el cambio climático sobre los pobres”. 

El segundo momento es el del “juzgar”, que se refiere a la denuncia. Después de la exposición científica y completa de lo que está ocurriendo, se plantean las causas de este deterioro ambiental, de un modo transversal, ya que el Papa ofrece un doble mensaje. Uno dirigido a los creyentes: el capítulo II, que habla del Evangelio de la Creación. Y otro para la humanidad en general, que comprende el capítulo tercero donde habla de la raíz humana de la crisis ecológica, en el que nos ofrece esos elementos para juzgar. Se señala que la crisis ecológica no es solo un problema físico, sino también una crisis moral. Las raíces más profundas se hayan en el “antropocentrismo” moderno, según el cual los seres humanos nos hemos situado en el centro del universo, usurpando la primacía del creador. 

«La crisis ecológica no es solo un problema físico, sino también una crisis moral».

Y en ese contexto, el Papa introduce el concepto de una “ecología integral”, en el capítulo cuarto, una perspectiva ecológica que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales también, no solo lo ambiental. Sostiene que necesitamos un enfoque integral para comprender, evaluar y responder a la crisis ecológica contemporánea. «Los temas ecológicos van mucho más allá de un ambientalismo superficial ya que están íntimamente conectados». Esta reflexión es común en la Doctrina Social de la Iglesia: los problemas no son aislados sino que todo está conectado. Por lo tanto, está conectado con otros aspectos de las existencia humana, como es la economía, la vida política, cultural y social y tienen implicaciones concretas para el bien común. La crisis ecológica es, en última instancia, una crisis socio ambiental: “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental”(LS 139).   “Todo está conectado aunque no todo sea lo mismo”, señaló Jaime. 

Y la tercera parte sería el actuar, la “actuación”. Después de haber intentado analizar la situación actual de la de la humanidad, tanto las grietas que se observan en el planeta que habitamos, como las grietas más profundas de las degradación ambiental, el Papa Francisco pasa a proponer soluciones para resolver la crisis de nuestra casa común, con los dos últimos capítulos. El capítulo Quinto “Algunas líneas de orientación y acción”, desembocando en propuestas muy concretas. Y el Capítulo Sexto habla de los dos pilares para realizar ese cambio de orientación y acción: la educación y la espiritualidad, donde intenta delinear grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir de esta espiral de autodestrucción en la que estamos reducidos.  

 El ponente dedicaría su intervención al ámbito propiamente del “actuar”, en los siguientes términos.  

  1. Ideas para poder llegar a una solución global 

A qué pasos concretos nos invita la LS. Esos dos capítulos, quinto y sexto, se dedican a los pasos concretos que hay que emprender. Es una Encíclica que concreta, que señala y que nos recuerda que los simples actos cotidianos son el camino hacia una “ecología integral”. “Pensar globalmente pero actuar localmente”. Pensar en lo global pero actuar en pequeñas acciones cotidianas y cercanas. Dada la magnitud del cambio al que nos invita -señaló el ponente-, es fundamental que busquemos soluciones que sean integrales”. En el p. 139 señala el Papa que “las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”. Y en esta perspectiva, una “ecología integral”, “cada gesto está cargado de valor y de consecuencias y la profundidad que nos ofrece la visión bíblica y teológica y social a la que nos abre la Encíclica se juega también en una “ecología de la vida cotidiana”.  

Jesús Jaime: “Cada gesto está cargado de valor y de consecuencias y la profundidad que nos ofrece la visión bíblica y teológica y social a la que nos abre la Encíclica se juega también en una “ecología de la vida cotidiana

Dentro de esta idea, el ponente propuso cuatro apartados diferentes: 

2.1. Actuar juntos como comunidad global a nivel internacional, nacional y local

Tenemos que actuar como comunidad global, hacerlo juntos, tanto a nivel internacional, nacional y local. Y aquí hablará de la política: “una política que deberá ser distinta a la que estamos presenciando en estos momentos, donde se busque la participación de todos y el camino deberá ser el del diálogo”. “El objetivo principal de la Encíclica es motivar, por eso es una llamada a la unanimidad ecológica, a toda la humanidad, a actuar con decisión, para salvaguardar nuestra casa común, para nosotros y para las generaciones futuras”. “En el número 161 hay una frase muy relevante: “la atenuación de los efectos del desequilibrio actual depended lo que hagamos ahora”. Lo que hacemos ahora tiene un papel importante, por tanto, es una llamada a la acción, no a la pasividad”. “La conversión ecológica que nos propone el Papa Francisco tiene, no solo una dimensión personal, sino también comunitaria y social y atraviesa todo los niveles de relación y de ligazón entre la humanidad y el ambiente. Por eso, habla de una acción política, distinta, que requiere la participación de todos; por eso, hablará de una “ciudadanía ecológica” (n 211), capaz de ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social”. “Y aquí ahbal del papel de los consumidores, que sean conscientes y responsables; también las asociaciones que intervienen a favor del bien común; todos podemos cuidar el ambiente natural y social; sin el compromiso competente y desinteresado de cada uno en el propio campo de su actuación profesional, no podremos llegar muy lejos”. “Por tanto, es un esfuerzo de todos; pero el que no sea de todos, no quita que nuestros actos ya tengan un significado y valor”. 

Jesús Jaime: “La conversión ecológica que nos propone el Papa Francisco tiene, no solo una dimensión personal, sino también comunitaria y social y atraviesa todo los niveles de relación y de ligazón entre la humanidad y el ambiente»

“La situación de crisis debe ser afrontada de manera, no ideológica, superficial o reduccionista. Y el instrumento para hacerlo es el diálogo. Un diálogo honesto, sincero, que estructure pasos de decisión transparentes. Huyendo de ambigüedades detrás de las cuales, muchas veces, anida la corrupción”. “Dado que nuestra casa común está en peligro, es importante que todos nos comprometamos a responder a ese desafío”. “Puesto que somos todos una familia interdependientes, necesitamos un plan común para evitar la amenaza de nuestra habitad común”. “Es imprescindible un consenso mundial”. 

En el n. 164, el Papa propone una serie de ideas para llevar una solución global. Habla ese punto de programar una agricultura sostenible y diversificada, desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, fomentar mayor eficiencia energética, promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, asegurar a todos el acceso al agua potable”. Señala “será necesario que se cumplan los diversos acuerdos y resoluciones de medio ambiente: “es una de las quejas de las organizaciones de Enlázate por la Justicia, en su manifiesto contra la falta de compromiso de la última cumbre en El Cairo, porque doscientos de los países que lo habían firmado, no habían cumplido los objetivos de la anterior cumbre de París”. Dice la Encíclica que “las negociaciones internacionales, los intereses de los países no privilegien sobre el bien común global”: Jaime defendió que “tengamos una visión global, no partidista, ayudar a los países más débiles y con escasos recursos a adaptarse a los efectos del cambio climático”. El ponente recordó cómo el documento rechaza la estrategia de compraventa de “bonos de carbono”, que “puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes” así como su referencia a “cómo es necesario erradicar la miseria de los países pobres, facilitarles su desarrollo social a la vez de erradicar la corrupción y el consumo escandaloso de algunos sectores privilegiados”. 

El documento se refiere también a una “gobernanza mundial para que se gestionen adecuadamente los bienes globales”. “Reconoce el Papa algunos pasos dados, algunos éxitos por parte de la comunidad internacional, aunque los éxitos reales hayan sido pocos”. “Las cumbres mundiales no han respondido a las decisiones por falta de decisión política”. “En la Cumbre de noviembre pasado finalizó -recordó Jaime- con estos titulares: “Poca ambición”, “Un acuerdo, la creación de un fondo para los países más vulnerables al calentamiento, que no compensa una cumbre decepcionante”. “Además es un acuerdo que no está dotado económicamente”. “Se denuncian las ausencias de la India, China y Rusia, que son tres de los países que más contaminan al día de hoy”. 

“La participación y el compromiso de toda la comunidad humana son necesarios para proteger la Tierra. Son varios los niveles de compromiso: desde el internacional, al nacional y local. Las distintas naciones y comunidades tienen una responsabilidad común pero diversificada a la hora de responder”. “Por eso defiende que los países más pobres no deben verse obligados a asumir objetivos de reducción de tal manera que pongan en peligro la luchar por sobrevivir”. “Las prioridades para los países pobres deben ser la erradicación de la pobreza y el desarrollo social de sus habitantes”. “Por eso, el fondo que se anunció en la Cumbre de El Cairo es bien recibido si se dota de fondos y se distribuye correctamente”. 

“Pide un acuerdo internacional y de gobernanza, sobre todo en una serie de bienes llamados “comunes” o “globales”, como los océanos. “Para afrontar los problemas de fondo que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es imprescindible un consenso mundial”. “Habla de la salvaguarda de nuestra casa común, en el que las personas deben convenir también a nivel nacional y local, criticando, sobre todo, algunas actuaciones políticas que solamente se quedan en el corto plazo, en el inmediatismo político, que provoca aumentar la producción a corto plazo y los gobiernos no es exponen fácilmente a las críticas de la opinión pública y a la posible pérdida de votos, con medidas que puedan afectar al consumo o a las inversiones extranjeras”. “Pero eso es esconder la cabeza bajo las plumas, pero el problema sigue creciendo y cada vez es más difícil de resolver”. “Los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorgue a cada sociedad una orientación noble y generosa”. “ES una invitación al compromiso”. 

“Reconoce la contribución de los movimientos ecologistas locales, de muchas organizaciones y gracias a tanta entrega las cuestiones ambientales están cada vez más presentes en la vida pública”. “Pero queda mucho por hacer an nivel de base: el número 180 recuerda que una enumeración de prioridades: “los ámbitos nacionales y locales siempre hay mucho por hacer: promover fórmulas de ahorro de energía. Esto implica favorecer formas de producción industrial con máxima eficiencia energética ay menos cantidad de materia prima, quitando del mercado los productos que son poco eficaces desde el punto e vista energético o que son más contaminantes. También podemos mencionar una buena gestión del transporte o formas de construcción y de saneamiento de edificios que reduzcan su consumo energético y su nivel de contaminación”. “Por otra parte, la acción política local puede orientarse a la modificación del consumo, al desarrollo de una economía de residuos y de reciclaje, a la protección de especies y a la programación una agricultura diversificada con rotación de cultivos. Es posible alentar el mejoramiento agrícola de regiones pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, en la organización del mercado local o nacional, en sistemas de riego, en el desarrollo de técnicas agrícolas sostenibles. Se pueden facilitar formas de cooperación o de organización comunitaria que defiendan los intereses de los pequeños productores y preserven los ecosistemas locales de la depredación. “ 

El Papa, en todo momento, viene a reclamar “diálogo y transparencia en los procesos de toma de decisión”, “para prevenir la corrupción”. “Habla de la una política y economía en diálogo para buscar la plenitud humana”. “Vuelve a manifestar para que la política someta a la economía y no al revés”. Habla incluso, en este capítulo quinto, del “papel de las religiones y el diálogo a las ciencias para hacer una llamada a ese cambio”. 

2.2. Profunda renovación de nuestro estilo de vida

Este punto puede llegar a afectar especialmente a cada uno de nosotros, advirtió Jesús Jaime. El cuidado de la casa común requiere una profunda renovación de nuestro estilo de vida. Es un gran desafío cultural, espiritual y educativo e implicará grandes procesos de regeneración (LS 202). El estado precario de nuestra casa requiere que tengamos hoy el valor de elegir estilos de vida contraculturales (LS 108). Dada la gravedad de la crisis, soluciones sencillas como un poco de reciclaje, o andar en bicicleta ocasionalmente son mejores paliativos, son insuficientes. “Necesitamos estilos de vida nuevos y radicales”. “Será preciso, sobretodo, superar nuestra dependencia del consumo derrochador, tan extendido en nuestra sociedades avanzadas, y que se esta contagiando al resto del mundo”. El ponente se refirió al consumo desaforado precisamente en las fechas navideñas. 

“Necesitamos estilos de vida nuevos y radicales, superando el estilo de vida derrochador, que están agotando los recursos naturales”. “Somos víctimas de un consumo compulsivo, obsesivo”. “un consumo que está claramente por encima de la tasa de reposición de los recursos naturales”. “Pesca, bosques, biodiversidad, agua dulce, estamos alcanzando esos niveles cruciales en los ya no habrá posibilidad de esa regeneración”. “El estilo de vida consumista es muy derrochador”. “La gran cantidad de desechos producidos por nuestro estilo de vida consumista”. “La situación favorece, a su vez, formas de egoísmo colectivo y el consumo excesivo por parte de unas élites minoritarias, adineradas, puede provocar malestar social y violencia, dada la disponibilidad limitada de recursos en un planeta finito”. “Quizá todavía no lo estamos viendo, pero pensemos que las revoluciones, especialmente en el norte de África, todas comenzaron con una subida importante de los alimentos básicos”, señaló Jaime.

El Papa Francisco pide un cambio un cambio radical en los estilos de vida porque pueden ejercer una presión saludable sobre quienes detentan el poder social y económico”. “Existe una gran necesidad de un sentido social de los consumidores”. Benedicto XVI decía que “comprar no solamente era un acto económico, también moral”. “Lo que gasto podría tener otra finalidad distinta”. “Un cambio tan radical es una tarea ardua, dura, pero indispensable”, dijo el ponente”. 

Jesús Jaime: El Papa Francisco pide un cambio un cambio radical en los estilos de vida porque pueden ejercer una presión saludable sobre quienes detentan el poder social y económico”. “Existe una gran necesidad de un sentido social de los consumidores”. Benedicto XVI decía que “comprar no solamente era un acto económico, también moral”

Por eso, el Papa nos ofrece una lista detallada de acciones en defensa del medio ambiente en el número 211: “La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias.

Previene el Papa contra el extendido escepticismo defensivo sobre la eficacia real de esos actos. “Algunos dicen que esto no sirve para nada”. Frente a ese escepticismo, el Papa señala que “no hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo” (LS 212). Señala que “todos estamos habitados por la lógica del descarte”, “Ningún paso en dirección opuesta a ese descarte puede considerarse inútil: son los actos concretos los que pueden construir una cultura diferente.” Esas acciones derraman un bien la sociedad que siempre producen frutos, más allá de lo que se pueda constatar. Son las semillas de bien que se están sembrando”. Siempre, es verdad, decimos que “cuando un árbol cae hace más ruido que muchos otros que se mantienen de pie”, pero “esas pequeñas semillas son importantes”. El Papa da un paso más diciendo: “cada gesto particular, más allá de su eficacia, nos devuelve siempre el sentimiento de la propia dignidad”.  

El Papa Francisco, en Laudato Si’: «Cada gesto particular, más allá de su eficacia, nos devuelve siempre el sentimiento de la propia dignidad«

2.3. Repensar la educación ecológica par un nuevo pacto con la tierra

Por ello, la educación tiene un papel importante. Por esta razón, el Papa reflexiona sobre el replanteamiento de la educación ecológica. Habla de cómo la educación es el camino principal para educar a todos “especialmente, a los jóvenes, a convertirse en guardianes responsables de nuestra casa común”. “De hecho, los jóvenes -señaló Jaime- están convirtiéndose cada vez más en los verdaderos protagonistas de los esfuerzos para proteger y preservar la casa común”. “Sin embargo, dado que estos jóvenes viven en un entorno consumista, necesitan que se les ayude a cultivar una vida más sostenible”. 

“Los jóvenes son más vulnerables a la cultura del consumo pero se les puede guiar para que tomen decisiones ecológicas, responsables, en términos de estilos de vida”. Y “una educación que tiene que acabar con los “mitos” de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con un mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios”. La “nueva cultura ecológica” nos está pidiendo unos estilos de vida diferentes para los que tenemos que educarnos. Los medios tecnológicos no serán suficientes, “nos exige una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida una espiritualidad que conformen una resistencia ante el paradigma tecnocrático”. Y eso habla de “una educación integral”: “deberá ayudar a las personas puedan convivir en armonía con el mundo natural, con los seres humanos y, en última instancia, con el Creador”. “Si dejamos de lado esa dimensión del misterio, estaremos quitando aportaciones importantes que son necesarias”. La educación, en la responsabilidad ambiental, puede alentar comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el medio ambiente. Pero no solo con el medio natural, sino también debemos crecer en sentido de solidaridad dentro de la familia humana. ¿De qué nos sirve ser solidarios con un planta y después no ser solidarios con nuestro hermano?”. Por eso habla de los “miembros más vulnerables”. “La educación requiere de educadores capaces de plantear itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayude n a crecer en solidaridad, responsabilidad y el cuidado basado en la compasión”. Una educación integral debe hacernos capaces de dar ese salto al Misterio, donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. “Esto no es algo de paso, sino que nos afecta a todos”. “La Encíclica nos anima a hacer nuestra pequeña contribución a esos contextos de nuestra vida para salvaguarda la casa común”, señaló. 

2.4. Una espiritualidad ecológica

Junto a la educación, la Encíclica se refiere a una “espiritualidad ecológica”. Para efectuar un cambio radical en nuestra forma de vivir en la casa común, el Papa propone una auténtica “espiritualidad hacia la Creación, centrada en el respeto y el amor a la totalidad de la Creación de Dios”. “Amar a Dios y a las obras de Dios”. “La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un beo aporte al intento de renovar la humanidad” (LS 216).

Ofrece “algunas línea de espiritualidad ecológica” para nutrir y motivar nuestras acciones. 

2.4.1. Comienza con una llamada a una conversión ecológica

En primer lugar, se refiere a una “conversión ecológica”. No solo una conversión particular, ni de una conversión solo pastoral (en la línea de la Evangelii Gaudium) sino también ecológica. La Encíclica pone de relieve en contra de la extendida irresponsabilidad, la responsabilidad que todos tenemos de informarnos y formarnos. “En ese proceso de conversión, comporta también la capacidad de encontrar motivaciones más profundas para mantener un compromiso que está destinado a chocar con frustraciones y fracasos. Sin una pregunta por el sentido y los valores no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan tener efectos importantes”. 

Señala el Papa “estoy convencido que todo cambio necesita motivaciones y necesita un camino educativo; por ello, propondrá algunas líneas de maduración humana”. El dice que es importante porque nos vamos a encontrar con muchas frustraciones y fracasos, que se afrontan mejor desde una auténtica espiritualidad, de un corazón convertido”. “Si la crisis ecológica contemporánea procede de nuestro comportamiento pecaminoso, esta misma crisis es una llamada a una profunda conversión interior, que “exige a los creyentes dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que nos rodea”. “Esa sensibilidad de Jesús hacia las personas, pero también hacia los lirios del campo”.  “Sin perder nunca esa capacidad de asombro”. 

El Papa señala, en este sentido, que “no todo está perdido”. “La esperanza en que el cambio es posible, por dramático que pueda parecer la situación, es real”. “Podemos cambiar”. Invita a todos los creyentes a esa “conversión”, que requiere un “retorno al Creador mismo”. “La crisis ecológica es, en el nivel más profundo, una rebelión contra Dios”. “Pero también la crisis ecológica requiere nuestro retorno a la redención misma”. Y “un nivel personal”, pero también “comunitaria”. Por eso, concluye pidiendo a todos los cristianos “que hagan explícita esta dimensión de su conversión, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de Asís”. 

2.4.2. Es una espiritualidad encarnada

“La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo”. “Capaz de ir contracorriente”, “hay muchos grupos que lo están haciendo: cooperativas ecológicas, comercio justo….”. “La espiritualidad cristiana tiene que ser un retorno a la simplicidad”, recordó Jaime en las palabras del Papa Francisco.  Comentó el número de noviembre en la Revista “Humanizar”, dedicada a la austeridad, “un virtud que todavía está muy presente pero hay que recuperar”. “No significa que tengamos que pasar carencias, pero sí nos ayuda a prescindir de lo innecesario, por el bien de los demás”. Ahí esta esa llamada a que en esos estilos de vida, tenemos que ser mucho más sencillos y austeros”. 

Una de las preguntas más fuertes que se plantean en la Encíclica y que siguen resonando en nuestros oídos es ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan?”. El Papa nos advierte que “lo que está en juego es nuestra propia dignidad, somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”. “Es un drama para nosotros mismos porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por la tierra”. “Se nos juzgará a nuestras generaciones por cómo hayamos dejado nuestro mundo”. 

El Papa Francisco, en Laudato Si’: “Lo importante es que actuemos juntos, ahora, ya que el problema es urgente”

El signo de esperanza es que “nuestra conciencia de la crisis de la casa común pueda convertirse en una oportunidad para cuidarla con más responsabilidad y construir una familia común más justa y más fraterna”. “Lo importante es que actuemos juntos, ahora, ya que el problema es urgente”. “Es la hora de buscar un nuevo comienzo”. 

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