¡ALELUYA! HA RESUCITADO EL SEÑOR

1.- Sed bienvenidos a un nuevo encuentro de fe y amistad. Comenzamos orando juntos:

Señor mío y Dios mío… Dios de la salvación renovada de generación en generación, resucita en nosotros todo lo que es muerte y lejanía de ti, danos vida y actitudes de resucitados contigo y haznos testigos de tu reino entre los hombres, por el amor, la justicia y la paz.

Pon sabiduría, Señor, en nuestro lenguaje, pon ternura en nuestra mirada, pon misericordia en nuestra mente que hace juicios, pon entrega y calor en nuestras manos, pon escucha en nuestros oídos para el clamor de los hermanos, pon fuego en nuestro corazón para que no se acostumbre a sus carencias y a su dolor.

Quédate con nosotros, haznos gustar el pan del evangelio, deja que en el camino, mientras vas con nosotros, se nos cambie la vida… Y envíanos de nuevo, audaces y gozosos, para decir al mundo que vives y que reinas, que quieres que el amor solucione las cosas, y cuentas con nosotros.

Y que Tú vas delante, como norte y apoyo, como meta y camino, hasta el fin de los días.

Amén.

2.- A continuación leemos el Evangelio dominical y compartimos lo que nos sugiere a cada uno.

3.- Partiendo del tema: “La Resurrección de Jesucristo, fundamento de la vida cristiana” (Dejarnos hablar por Dios. Francisco Martínez García. Ed. Herder 2006. Páginas 199-206), ponemos en común nuestra experiencia personal en este Triduo Pascual. Para ello pueden servirnos de orientación las siguientes cuestiones:

  • ¿Soy capaz de una entrega generosa en favor de los demás de lo que tantas veces me reservo?
  • ¿Cuál es mi actitud ante la cruz de Cristo? ¿Creo en la eficacia de la oración y del sufrimiento callado?
  • ¿Qué tiene que morir en mí para dar fruto abundante? 
  • ¿Experimento ya aquí esa vida nueva que me ofrece el Resucitado? ¿Me siento liberado de todas las servidumbres exteriores e interiores?
  • ¿En qué aspectos concretos puedo contribuir a reavivar la vida comunitaria?

4.-  Nos despedimos rezándole a la Virgen:

Reina del cielo, alégrate, aleluya,

porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya,

ha resucitado, según su palabra, aleluya.

Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

Goza y alégrate, Virgen María, aleluya.

Porque resucitó verdaderamente el Señor, aleluya.

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