El pasado día 27 de noviembre, se celebró una nueva sesión del curso anual del Instituto Diocesano de Teología para Seglares dedicado a «La inculturación de la fe», con la ponencia a cargo de D. Pedro Fraile, profesor de Biblia del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, con el título “Y se hizo hombre: Inculturación de Dios: Jesús de Nazaret: el judío universal».

A continuación se incluye una resumen no literal de su ponencia.

Voy a empezar por el final de la ponencia: “Jesús, el judío universal”. La exposición será de atrás adelante. Para nosotros, decir que Jesús era judío es una afirmación fácil de aceptar, pero, en última instancia, esa afirmación no es tan evidente.

LA TERCERA BÚSQUEDA DEL JESÚS HISTÓRICO

  • Primera búsqueda: no tenemos acceso a una biografía fiable sobre Jesús

la figura de Jesús siempre ha atraído a la investigación. A finales del siglo XIX hubo un gran movimiento entre intelectuales que querían a comprobar si era posible escribir una vida de Jesús, una biografía de Jesús. Muchos lo intentaron, pero fracasaron; porque, en último extremo cualquier biografía es, en parte, una proyección de su propio autor.

Un gran estudioso, Rudolf Bultmann, ya reconoció que es imposible acceder al Jesús de la historia porque los evangelios no tienen esa capacidad de ofrecernos una idea aproximada de cómo fue Jesús histórico. La narración de su vida siempre se tamiza con una proyección del autor. En aquel momento, se distinguió entre el “Jesús de la historia” y el “Cristo de la fe”. Bultmann terminó por reconocer, ante esta tesitura, que lo relevante en esta cuestión es lo que la fe nos dice. Podría decirse, en este sentido, que esa primera búsqueda terminó en fracaso.

  • Segunda búsqueda. Si tenemos acceso a Jesús. Hay que distinguir entre el ‘Jesús histórico’ y el ‘Cristo de la fe’.

Una nueva generación de autores, discípulos muchos de ellos de Bultmann, muchos de ellos teólogos de Centroeuropa, volvieron a intentar acceder al Jesús de la historia, tanto desde la perspectiva católica como protestante. Uno de los acentos que llegaron a destacar fue la lejanía entre la Iglesia y los judíos y eso marcó también su proyección en la investigación, desterrando la perspectiva de Jesús como judío (crítica del legalismo judío por parte de Jesús -sabat,…-, no piadoso…).

  • Tercera búsqueda: hay que buscar a Jesús ‘liberado’ de la teología. Literatura judía, arqueología de la época, historia de las religiones

Una nueva evolución discurre hacia la “third quest”, procedente esta vez, mayoritariamente, de Estados Unidos, vuelven a intentar recuperar la figura del Jesús histórico. Darán especial importancia a la arqueología.

JESÚS, UN JUDÍO QUE ASUME LA HISTORIA Y TRADICIÓN JUDÍA

En última instancia, no podemos acercarnos a la figura de Jesús al margen de la tradición religiosa en que vivió. Aunque cuestionara aspectos de esa tradición, ello no obsta para que para entender a Jesús no pueda prescindirse del judaísmo.

  • Un judío que conoce las Escrituras: Jesús cita la Torá (ley del talión Dt 19,21; Mt 5,38), los Profetas y los Salmos. Jesús recita el Shemá (Dt 6,4); critica el mal suso de los tzizit (Num 15,37-41; Mt 23,5).

Cuando buscamos la figura de Jesús, encontramos un hombre, el hijo de Dios, que, con todas las consecuencias, comparte la herencia cultural de su pueblo, sus tradiciones, sus costumbres: un “judío” que asume la historia y tradición judía. Que conoce las Escrituras, como confirman los evangelios. Pero, al mismo tiempo, lo contrasta: trae a colación el famoso texto de Mateo 5, 38-48: “Habéis oído que antes se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: “No resistáis a quien os haga algún daño. Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra“. Destaca también la cita del profeta Oseas, en palabras de Jesús: “Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes” (Mt 12,8). Por supuesto, se suceden muchas referencias a los salmos, oración principal para los judíos. Es de destacar también la cita del Shemá en el propio evangelio, en el relato del joven rico (cf. Mc 12, 28b).

  • Un judío ‘de Galilea’: El teatro de Séforis: uso del término teatral ‘hipócritas’. La sinagoga (la menoráh) y los mitzvaot de Magdala. El poblado judío de Cafarnaún. La decápolis.

Es curioso que en el Antiguo Testamento prácticamente no aparece Galilea. Aunque la afirmación “Jesús era galileo” es algo normal para nosotros, para Israel Galilea siempre ha sido una tierra de conflicto. Los galileos eran, desde la perspectiva de los habitantes del Sur, desconocedores de la ley hebrea o, al menos, aplicadores de aquella de manera excesivamente laxa. Ser de Galilea era considerado por los judíos de Jerusalén como algo peyorativo y es una dificultad a la que debe enfrentarse Jesús.

Cerca de Galilea se encontraba la Decápolis, ciudades de cultura griega. Aunque tradicionalmente se ha visto Jesús como un judío, también se aprecia una cierta influencia griega, debido a la cercanía de estos ciudadanos con su zona natal. Tenía contacto con griego y conocía su cultura. Debe recordarse que eran famosos los teatros griegos de la zona. Hay referencias a estas ciudades en el Evangelio (por ejemplo, en la parábola del hijo pródigo o en el relato de la piara de cerdos). No obstante, no hay constancia de que Jesús estuviera en dichas ciudades. Recuerda que dos de los apóstoles son griegos (Felipe y Andrés, ambos nombres griegos). También los evangelios hacen referencia a discípulos procedentes de estas ciudades (el endemoniado curado por Jesús empezó a predicar en la Decápolis, por ejemplo).

Una especial referencia a Séforis. Séforis no aparece en los evangelios. Su teatro fue construido cuando Jesús era joven y se encontraba a una hora de Nazaret.

Son conocidas las peregrinaciones de Jesús a Jerusalén. Se han estudiado sobradamente las rutas que utilizaban los galileos para llegar a Jerusalén. Una ruta al lado del mar (no utilizada por Jesús), la de las montañas a través de Samaría, y la que discurría por el Jordán. Esta última ruta es la más probable. En ese itinerario, Jesús entraría en relación con griegos, samaritanos…

Especialmente interesante es la referencia a la ciudad de Magdala, de donde era oriunda María Magdalena. En esta zona se descubrió una sinagoga del siglo I, donde posiblemente acudiera Jesús. No existen muchos vestigios de sinagogas de esa época (algún resto en la de Cafarnaúm). En la zona de la sinogoga de Magdala se encontró la famosa “piedra de Magdala”, en la que aparece representada la “Menorá”, algo privativo del Templo de Jerusalén. También apareció una escalera para baños rituales de purificación. Ello comporta un cambio de la imagen de estas ciudades galileas: inicialmente se creía que estaban alejadas del judaísmo jerosolimitano pero con estos hallazgos se confirma la gran diversidad que existía en la zona.

  • Un judío ‘piadoso’. Acude a las fiestas de peregrinación. La fiesta de las Tiendas (La escalera que une el Templo con Siloé). Las fiestas de Pascua. Dedicación del templo.

Numerosos textos evocan las peregrinaciones de Jesús a Jerusalén. Frente a aquella imagen de un Jesús nada piadoso, se impone otra que reconoce que realizaba las prácticas propias de la fe judía y, por tanto, peregrinaba tres veces al año Jerusalén como prescribe el Deuteronomio, con motivo de las fiestas judías. Recientemente, los arqueólogos han encontrado la escalera que unía el Templo con la piscina ritual de Siloé. Esta escalera era utilizada por los sacerdotes.

JESÚS, UN JUDÍO UNIVERSAL.

Jesús es, en última instancia, una figura universal, pertenece a todos (católicos, protestantes, ortodoxos…). Jesús pertenece a la gran humanidad.

  • Un ‘sabio’ universal: hombre ‘sabio’ (‘regla de oro, Mt 7,12; cf. Tob 4,15) en una tradición religiosa (Lev 19,18): . Los ‘dichos’ (‘logia’) de Jesús. Jesús no ‘escribe’ él, pero escriben ‘relato’ sobre él: ¿quién es Jesús?

Algunos han profundizado en la figura de Jesús como sabio, equivalente a Sócrates, Buda… Para un cristiano esta visión se queda corta aunque nadie niega que su mensaje se sitúa dentro de las referencias más elevadas de la sabiduría humana.

Aunque existió una “colección de dichos de Jesús” (el llamado documento “Q”), los evangelios no son solamente un conjunto de dichos sino que son narraciones, son relatos. “Hoy estamos perdiendo el sentido del relato”, incluso cuando nos aproximamos a la Biblia. La Biblia, en este sentido, puede calificarse como “un gran relato”: “la gran narración de la historia de la salvación”.

Pedro Fraile: «La Biblia es la gran narración de la historia de la salvación».

  • Un ‘profeta’ universal: hombre libre que encarna la libertad

También se ha identificado a Jesús con un gran “profeta”, que encarna, para muchos, un defensor de los pobres. Es el fundamento último de la llamada “teología de la liberación”. La figura de Jesús como un “gran profeta” es profundamente bíblica. Un profeta que se enfrentó con los poderosos, una actitud de recordaba a los grandes profetas de Israel (por ejemplo, el profeta Jeremías).

  • Un ‘salvador’ universal: El Verbo se hizo carne (Jn 1,14)

Pero Jesús es ese judío universal, el “salvador” universal: el Verbo de Dios que se hizo carne, como leemos en el Evangelio de Juan. El llamado “prólogo del evangelio de Juan”, no es azaroso. No hay aquí creación material: Dios crea todo por la palabra; una palabra creadora, llena de vida. Podría ser “un guiño al Antiguo Testamento”, a toda la historia de la salvación, que vuelve de nuevo al principio: “Al principio existía la Palabra…”.

El Papa Benedicto XVI, en “Verbum Domini”, analiza precisamente este pasaje: toda la Escritura y la salvación nace y brota de estos textos, como por esta voluntad de Dios, por esta condescendencia divina, pues ha querido encarnarse y hacerse uno de nostoros. Cuando los cristianos leemos la Biblia, debemos leerla como un gran relato de la historia de la salvación, el “gran relato de toda la acción salvadora de Dios”.

La Biblia podría leerse como una gran obra literaria, salpicada de acontecimientos y personajes, centrados en la figura de Jesús. Pero para la teología, Jesús es la palabra definitiva de Dios, una palabra salvadora (“el logos”) y “una palabra que no se queda fuera de la historia, sino que se encarna en nuestra propia realidad”.

Pedro Fraile: «para la teología, Jesús es la palabra definitiva de Dios, una palabra salvadora (“el logos”) y “una palabra que no se queda fuera de la historia, sino que se encarna en nuestra propia realidad”.

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *