SI DIOS ES AMOR, RESUCITAR ES AMAR
La resurrección de Cristo de entre los muertos es el centro de la vida cristiana: ¡Jesucristo vive para siempre y nos quiere vivos!
Comenzamos orando juntos:
Cristo ha resucitado ¡Aleluya!
Y vive entre nosotros ¡Aleluya!
Señor Jesús, que vivamos la alegría de tu resurrección en esta Pascua
y todos los días de nuestra vida
recordando que con ella nos trajiste paz y gozo. Amén.
Ahora leemos el Evangelio dominical y compartimos lo que nos dice.
En el mensaje del NT la resurrección de Cristo es la victoria contra el mal total, la muerte y el pecado. Jesús no ha vencido el mal sólo en la cruz, ni en el sepulcro mismo, sino en su propia casa, en su mismo seno, en los infiernos.
Cristo quiso que su resurrección fuera nuestra resurrección, en virtud de la obra del Espíritu Santo.
Partiendo del tema: “La resurrección de Cristo, fundamento de la vida cristiana” (Se puede leer online o en el libro “Dejarnos hablar por Dios”. Francisco Martínez García), ponemos en común nuestra experiencia personal en este Tiempo Pascual. Para ello pueden servirnos de orientación las siguientes cuestiones:
- ¿Qué novedades aporta la resurrección de Cristo a nuestra comunidad?
- ¿Cómo está la alegría presente en esta Pascua tan especial?
- ¿Cuáles son los signos de nuestra esperanza?
- ¿Nuestro compromiso con la paz del mundo es prioritario?
Nos despedimos con la oración de María:
Reina celestial, gózate, Aleluya.
Aquel, de quien tu fuiste la madre, Aleluya
Resucitó, como anunció, aleluya.
Por todos intercede, Aleluya.
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