Centro Berit  

Adviento 2016

 

Orar es el tiempo supremo y dichoso de estar con el Todo y recibir el Todo. Es el momento en el que aquel que lo es Todo, se hace Todo para ti. El sentido de la vida y de la fe es aprender a dejarnos encontrar por el Todo. Quien no ora se pierde el Infinito. No existe una tarea tan enriquecedora.

No reduzcas a Dios a concepto ni a “meditación”. Sería una incongruencia infinita. No te limites a tener solo “pensamientos” de Dios. Con los mejores pensamientos la distancia seguiría siendo infinita. Tendrías migajas, pero no el manjar. Puedes llevar años… incluso toda una vida, “meditando meditaciones” sin “tocar” a Dios en directo y sin “verle cara a cara, tal cual él es“. Esto es máxima desgracia, pues lo cierto es que nada él desea tanto como amarte y ser amado por ti.

En la oración ¿has aprendido a estar con él a lo vivo, experimentando, sin quedarte atascado en los conceptos o rezos? ¿Acaso no ha llegado todavía a emocionarte fuertemente el sentimiento de una Presencia viva y sentida, de acuerdo con la más rica y probada tradición de la Iglesia, y, acaso, con momentos privilegiados que tú mismo has podido tener?

¿Ha llegado a tomarte ya el sentido de la Revelación de Dios como Padre, como Esposo y como Amigo, tal como Él nos la ha confiado, y te sientes afectado por Dios, como copartícipe de su propia vida e intimidad? Orar es creer en este amor y responder. Es hacerse total. Mal podrás responder si no te sientes todavía impactado por el amor de Dios.

El evangelio no es simple documento del pasado. Gracias a él Jesús mismo se hace contemporáneo tuyo para hablarte. En el evangelio hoy “Cristo mismo habla” pues “es Dios de vivos”. Es una Presencia viva y su sentido pleno espiritual te afecta hoy, te habla, te cura, te libera, te dignifica. Eres verdadero destinatario y debes ponerte en trance de respuesta.

La oración afecta al problema de la identidad e integridad de tu persona. Realiza como nada el sentido de tu vida. Es verdadero proceso transformante. La oración es ser otro. Es ser del todo. Es ser Él. Es la unificación de tu ser personal. Es experimentar la capacidad y apertura de sentido, vencer la impermeabilidad ante la penetración de la luz y de la Vida en el hondón mismo de tu oscuridad y del miedo al futuro. Orar en serio es emprender el camino de tu verdadera libertad. Es hacer crecimiento y entrar en la fiesta definitiva. Es activar las energías dormidas hasta poder decir en verdad: “para mí el vivir es Cristo” (Fl 1,21).

Por ley psicológica y evangélica, la acogida y asimilación de la fe durante tanto tiempo debería haber suscitado en tu vida sentimientos correspondientes y lógicos de intensa alegría y emoción. Si no es así ¿a qué crees que pueda deberse? ¿A la fatalidad…, o a una consecuencia lógica de tu comportamiento?

¿No será que tienes bloqueado al Dios Real en el mero pensamiento? ¿No habrás reducido al Ser-Real a simple ser-pensado? ¿No estarás orando a un producto de tu mente, al reducir a Dios a simple objeto? Tocar al Dios vivo tanto tiempo ya te habría quemado… Solo él puede establecer su presencia en ti y convertir su presencia en experiencia.

Orar es dejarte mirar, amar y transformar por él.

Orar no es una forma de rezar, sino una forma de ser.

La oración es una causa perdida si no tienes la intención de cambiar y de darte. Vives en contradicción, en un cierto circuito cerrado del que es muy difícil salir: deseas tu realización, pero huyes continuamente del Único que la puede realizar.

Sin Ideario ni Reglas, sin comunidad de fe y amistad, sin el apoyo y confianza de los otros, es imposible perseverar y madurar en la oración.

¿Qué te ocurre? ¿Eres un yo-siempre-soñando, un yo-dormido, un-yo-disminuido, un yo-en-conflicto, un yo-dividido, un yo-sugestionado? Estás bloqueado y tu problema es grave: tienes estenosada la receptividad. Vives aturdido por el ruido mental y afectivo. Tienes que traspasar la barrera del ruido y recrear una atención receptiva y creyente a Lo-que-Es para enamorarte de-lo-Real.

¿Manejas medios y métodos adecuados para alcanzar una motivación y ligazón de la memoria, del entendimiento, de la voluntad? ¿Intentas formarte en serio? ¿Te fascina la fe y necesitas orar a solas, gozar y disfrutar de la belleza y del encanto del evangelio?

¿Cambia tu vida, maduras en el compromiso y comportamiento, estás donde deberías estar bajo el principio del “amar con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo el ser”?

Oraciones para vehicular el afecto contemplativo

Padre nuestro…

Padre, me pongo en tus manos… (Foucauld)

Tomad, Señor, y recibid… (San Ignacio)

Cristo, principio y fin… (Francisco)

Salmo 41: Sed de Dios. Como busca la cierva corrientes de agua…

Salmo 62: Deseo de Dios. ¡Oh Dios! Tú eres mi Dios…

Salmos responsoriales del tiempo de Adviento (Del libro Vivir el Año Litúrgico).

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