Queridos amigos, bienvenidos a una nueva sesión de Re-Vi-Be, en la que proponemos podamos reflexionar y compartir nuestra experiencia de Dios.
Oremos juntos: “Que tu Espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. P.N.S.J”.
Leamos el Evangelio del domingo (apartado La Palabra), asumiendo que “Dios no sólo habla a la cabeza, sino a la persona entera, al corazón (…). La persona, la comunidad, han de llegar a ser no sólo acogida y comunión, sino la biografía encarnada de la palabra, su expresividad personal y social. Para ello, nada mejor que aplicarnos toda la palabra y aplicarnos del todo a la palabra, saliendo de nosotros, caminando hacia ella, estando del todo en ella, y saliendo nuevos con ella” (Francisco Martínez, “Vivir el año litúrgico”, Herder, Barcelona, 2002, p. 79).
Reflexionemos sobre el siguiente texto, relativo a “La experiencia de Dios: en qué consiste y cómo realiza”, bajo los siguiente objetivos:
- Saber situarnos y realizarnos ante el manantial de la alegría profunda de la fe cristiana
- Dejarnos abrir los ojos para ser capaces de contemplar el Misterio: la Presencia invisible de Cristo hoy viviente y vivificante en el “hoy y aquí” concretos de su acción saladora
- Trabajar por conseguir un talante abierto, no cerrado. Aprender a no detenernos en los signos externos o aquello que se ve. Saber pasar, en la vida y en la fe, a las realidades “más reales” que aquellas que implemente se ven
- Conseguir orar no rezos o ideas, sin la vida real. Hacer oración y hacer que la oración haga a nosotros.
Nuestra reflexión puede versar sobre las siguientes preguntas:
¿Que significa para mi hacer la experiencia de Dios?
¿Cuál es mi sentido de crecimiento y desarrollo en gratuidad y libertad?
¿Cómo es mi oración? ¿Es transformante? ¿Oro mi vida real? ¿Me dejo transformar por la Palabra?
¿Cómo es la calidad de la experiencia de Dios en el seno del grupo de amistad y de fe?
Oración final:
Señor, haz que mis pies caminen tu sendero, / mis manos realicen tu obra, / mis ojos alberguen tu mirada, / mi boca, tu palabra, / que mi cabeza conciba tu pensamiento/ y mi corazón palpite los latidos de tu Amor. Amén.
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