En la mañana del día de ayer falleció el papa emérito Benedicto XVI, elegido pontífice en octubre de 2005. Su pontificado finalizó por renuncia el 28 de febrero de 2013. Nacido en Marktl (Alemania), el 16 de abril de 1927, su nombre civil fue Joseph Aloisious Ratzinger.
Durante su juventud, conoció los avatares del nacionalsocialismo alemán y del contexto bélico. Afiliado de forma obligatoria a las Juventudes Hitlerianas (como el resto de seminaristas), fue llamado a filas a los dieciséis años y destinado a la protección de la fábrica de BMW en Traunstein, en las afueras de Múnich, ciudad que fue bombardeada masivamente, prestando servicio entre abril de 1943 y septiembre de 1944. En este tiempo asistió al instituto de segunda enseñanza Maximiliansgymnasium. Fue cuando declaró su vocación sacerdotal. En 1944 comenzó su entrenamiento básico en Hungría, tomó parte en el Reichsarbeitsdienst (servicio de defensa alemán), donde, junto con sus compañeros, constituyeron sistemas para cerrar el paso a diferentes tanques de guerra. Ratzinger desertó en los últimos días de la guerra, pero fue hecho prisionero por soldados aliados en un campo cerca de Ulm en 1945. Después de ser puesto en libertad, en cuanto alumno del seminario menor, entonces situado en Traunstein, hizo su examen de bachillerato en el Chiemgau-Gymnasium (instituto Chiemgau) en Traunstein.
Desde 1945 hasta 1951, estudió Teología católica y Filosofía en la Academia Filosófica y Teológica Frisinga, así como en el Ducal Georgianum de la Universidad de Munich. En 1951 fue nombrado para dar clases en el Seminario de Freising. Fue ordenado sacerdote, junto con su hermano Georg el 29 de junio de 1951. Doctor en teología en 1953, su tesis doctoral fue objeto de severa crítica del profeso Michael Schmaus, que consideró que el trabajo era modernista. En 1959, Ratzinger ingresó como profesor en la Universidad de Bonn, con una conferencia inaugural dedicada al tema «El Dios de la fe y el Dios de la filosofía». En 1963, ingresaría en la Universidad de Münster.
Sirvió en el Concilio Vaticano II como asesor teológico del cardenal Josef Frings de Colonia, trabajando en distintos documentos, tales como Nostra Aetate (sobre el respeto hacia otras religiones y sobre el derecho a la libertad religiosa). Admirador de Rahner, la formación de Ratzinger estuvo marcada por las Escrituras y por los Padres de la Iglesia, por un pensamiento esencialmente histórico.
En 1966 ocuparía la cátedra de teología dogmática en la Universidad de Tubinga, en la que compartió docencia con Hans Küng. En 1968 escribió su famoso libro «Introducción al cristianismo». En 1969 regresa a Baviera a la Universidad de Ratisbona (Regensburg).
El 24 de marzo de 1977 fue consagrado arzobispo de Múnich y Frisinga, y el 27 de junio, Pablo VI lo nombró cardenal del título de S. Maria Consolatrice al Tiburtino. Durante el Sínodo de los obispos de 1977, dedicado al tema de la catequesis, se produce su primer encuentro con Karol Wojtyla, después de muchos años de intercambiar con él correspondencia, ideas y libros.
El 25 de noviembre de 1981, Juan Pablo II nombró a Ratzinger prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Durante su mandato se redactaría y aprobaría el nuevo Catecismo de la Iglesia católica (1992).
Tras la muerte del pontífice, el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Pedro el 19 de abril de 2005. En el balcón de la basílica de San Pedro, después de ser elegido, dirigió al Pueblo de Dios sus primeras palabras: «Queridos hermanos y hermanas: después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!»
Su pontificado estuvo marcado por múltiples contrastes. Sus audiencias fueron multitudinarias (según datos de la Prefectura Apostólica, en 2007 unas 2.830.100 personas participaron en encuentros públicos con el pontífice en la Ciudad del Vaticano o en Castel Gandolfo -sin incluir viajes-). En agosto de 2005, participó en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, consechando grandes muestras de afecto por parte de la juventud. Pero también debió hacer frente a graves dificultades, derivadas de los escándalos de los abusos a menores por parte de sacerdotes y religiosos o las relativas al gobierno interno de la Iglesia. Destacarían especialmente sus múltiples documentos durante su pontificado, tales como sus encíclicas «Deus caritas est», «Spe Salvi» y «Caritas in Veritate» o las exhortaciones apostólicas «Sacramentos Caritatis», «Verbum Domini», «Africae munus», Ecclesia in Medio Oriente». Sus tres libros sobre la vida de Jesús (2007-2012) fueron éxito de ventas. Su pontificado estuvo marcado igualmente por los esfuerzos dirigidos al diálogo con otras confesiones cristianas y con las religiones no cristianas así como a la reflexión sobre las relaciones entre la fe y la razón.
El 11 de febrero de 2013 anunció su renuncia, alegando «falta de fuerzas»: «He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renunció al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro». A partir de entonces, vivió dedicado a la oración en el monasterio Mater Ecclesiae, del Vaticano.
El Papa Francisco, en la Celebración de las Primeras Vísperas de la solemnidad de santa María Madre de Dios y Te Deum de acción de gracias por el año 2022, primera intervención pública después del fallecimiento de Benedicto XVI señaló, en su memoria: «en este momento, nuestro pensamiento se dirige espontáneamente a nuestro queridísimo Papa emérito Benedicto XVI, que nos ha dejado esta mañana». Señaló que «con emoción recordamos su persona tan noble, tan gentil Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y de oración, sobre todo en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia».
El Arzobispo de Zaragoza, D. Carlos Escribano, ha declarado con motivo de la muerte del papa emérito: «Yo tuve la oportunidad de conocerle porque fue él el que me nombró en el año 2010 obispo de Teruel y Albarracín. Le conocí en Roma, tuvimos un encuentro fraterno. Yo creo que todos tenemos un recuerdo muy grato del papa Benedicto XVI, un hombre sabio, un hombre que a través de sus escritos y sus homilías nos ha propuesto una reflexión muy profunda y clarividente de lo que es el misterio de Dios, la realidad de la Iglesia y la tarea de la evangelización».
La misa funeral en la Archidiócesis de Zaragoza por el papa Benedicto XVI tendrá lugar en la catedral basílica del Pilar el próximo jueves 5 de enero, a las 17 horas.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!