Interpretar la crisis se ha convertido en algo cotidiano, visto desde muchas perspectivas:
- Interpretación desde un pensamiento político y partidista.
- Interpretación desde el testimonio de quienes han vivido la desgracia de perder mucho.
- Interpretación desde la presión mediática que existe en la sociedad que invita al miedo, al temor y a la posible pérdida de seguridades.
- Interpretación económica para quienes tienen la posibilidad de disponer de una visión “más elevada” en el mundo empresarial y financiero.
- Interpretación caritativa para quienes optan por crear oportunidades de todo tipo dirigidas a quienes lo han perdido todo o casi todo.
- Interpretación de miles de jóvenes para quienes tener estudios universitarios ha perdido su total horizonte por las escasas posibilidades futuras de ejercer una profesión.
Y pudiéramos aumentar este listado de posibilidades, todas ellas surgidas desde la situación en la que se encuentra cada persona.
Quizás la pregunta es… ¿cómo se interpreta la crisis en países empobrecidos?.
Por ahí viene mi pobre reflexión, pues me sitúo en uno de ellos, Bolivia.
Las personas con las que compartimos la vida viven situaciones de empobrecimiento tales como: haber sufrido violencia de todo tipo por el hecho de ser mujer; vivir con discapacidad en un medio de pobreza y exclusión; vivir privado de libertad sin ningún tipo de política de reinserción; vivir sola como mujer con varios hijos a su cargo, con el trabajo diario de la supervivencia; vivir en situación de calle siendo un niño o niña producto de la violencia vivida en el hogar,… Ellos tienen en nuestra vida nombres y rostros propios, historias concretas y sueños quizás básicos en otro contexto, pero difíciles de lograr en el nuestro.
En medio de todo ello, ¿cómo interpretar la crisis actual en lo cotidiano, en lo que pueda afectar?. En ese sentido, creo que el 90% de las personas y familias con las que trabajamos ni siquiera han escuchado hablar de la crisis mundial. ¿Por falta de información y acceso de los medios?. Sin duda que no. Cuando vivimos inmersos en situaciones que nos ponen al límite, no sólo a nosotros, sino a los que dependen de nosotros, nuestro único horizonte se vuelva en lograr lo mínimo para vivir. Esa es la lucha diaria.
Les ofrezco algún testimonio que describa de mejor manera lo que quiero expresar. Hoy domingo en la mañana, en uno de los albergues que tenemos para niños en situación de calle, hablé con doña María (nombre ficticio). Tiene a dos hijos en el hogar. El padre de los niños ha agredido a doña María durante muchos años. La última ocasión le clavó un cuchillo en el pecho, en presencia de su hijo. Él vive prófugo y ella vive tratándo de ocultarse de él, en un cuartito alquilado y viviendo de lavar ropa ajena. ¿Cómo explicar a doña María la crisis mundial actual y cómo le puede afectar a su vida?.
El asunto es que más del 50% de personas que viven en países empobrecidos sufren o han sufrido situaciones límite, trabajan para sobrevivir a diario, buscan actividades de generación de ingresos que, en países como España, jamás se pudieran imaginar.
En muchas ocasiones, cuando vemos que las ayudas a países como Bolivia (y a proyectos como los que tratamos de sostener) son recortadas por causa de la crisis es cuando recuerdo testimonios como el de doña María. La crisis financiera creo que nos está llevando a la crisis de la solidaridad, tanto en el interior de España como en el exterior. Si la sociedad de consumo llevaba a la persona a Ser en función del Tener, la actual dimensión mediática de la crisis está llevando a mirarnos únicamente al interior de nosotros mismos, a conservar y vivir en el límite del miedo a perder lo que actualmente tenemos y somos. Pero…. ¿y los más pobres entre los pobres?…
Hoy leía en el periódico por internet las medidas de austeridad que, sí o sí, hay que imponer en Grecia, Italia, Francia, Alemania, Portugal, Irlanda, España… y me preguntaba ¿qué y cuáles son las medidas de austeridad a las que aluden?. En este sentido creo que los ciudadanos de los países más empobrecidos pudieran dar lecciones de austeridad, no sólo a los políticos y tomadores de decisiones, sino a todo ciudadano en sí.
Recuerdo una vez que una misionera estaba hablando de la austeridad a un grupo de jóvenes en esta parte del mundo. Cuando terminó su exposición sobre la austeridad cristiana… casi todas las integrantes del grupo se sonreían. La razón: habían vivido la austeridad forzada de la injusta pobreza desde que llegaron a este mundo y no entendían cómo, habiendo podido acceder a estudios con mucho esfuerzo, tuvieran que seguir viviendo el camino del no tener como opción para ser feliz, cuando la infelicidad la habían vivido desde niñas por carecer de lo básico para poder vivir.
Quizás es ahí donde puede venir una gran experiencia de espiritualidad.
Desde mi ignorancia tengo la convicción de que no existen en el mundo mejores teólogos que los más pobres. La identificación de los más pobres con el Dios de Jesús pasa por la miseria en la que vivió Jesús toda su existencia terrena… “Vos sos el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido…”.
Estamos hablando del Dios de Jesús, que se encarna en la realidad humana desde la más absoluta pobreza. Estamos hablando del Jesús que cuestiona la Iglesia de su tiempo por no mirar al prójimo como expresión de la fe, que hace amigos y discípulos a personas repudiadas por la sociedad, que se atreve a proclamar a un Dios cercano,… Ése es nuestro Dios, el Dios de Jesús, que vivió al extremo la crisis de no tener siquiera un bocado que llevarse a la boca, una camita en la que nacer,… ¡¡¡Cuántas lecciones de fe y de manejo de crisis nos tienen que dar los más pobres!!!
De todo esto, lo que más me ha admirado en todos estos años es la actitud con la que cada una de estas familias vive esta realidad, la capacidad de integrar el dolor y la injusta pobreza en sus vidas. Esto no equivale ni mucho menos a “acostumbrarse a ser pobre”. Nadie, absolutamente nadie puede acostumbrarse a no tener con qué dar de comer a sus hijos o a no poder mandarles a la escuela porque no se ha conseguido unos humildes zapatos o a esperar en la Providencia el desenlace de una enfermedad por carecer siquiera de recursos para comprar medicamentos. La clave que nos ilumina a todos los que sí hemos gozado de dichas oportunidades es la actitud y fe con la que se vive cada día en países como Bolivia.
Últimamente resulta realmente complicado solicitar ayuda a países como España. Hablo de ayudas concretas y directas a personas y familias a las que he aludido anteriormente. Hace unos años no faltaba quien ofreciera un aporte económico ante un problema concreto de una operación, de apoyo para compra de material escolar, de apoyo para diferentes iniciativas que proponíamos y que se constituían en oportunidad para muchas personas empobrecidas. Hoy en día no sucede esto… percibo que la crisis ha generado en España dosis de realidad muy cruel e injusta a muchas familias que han pasado a engrosar las estadísticas de desempleo, familias que hace un tiempo vivían con ciertas comodidades y hoy viven el drama de no tener una seguridad para poder vivir. Pero existe otra parte de la población: la que vive este drama desde el televisor… y preocupa que la crisis realmente generada por toda esta presión mediática pueda constituirse en una crisis de solidaridad.
Finalmente creo que uno de los pocos puntos positivos que nos ha regalado la crisis financiera mundial es poder acceder a la información y entender que en éste nuestro mundo las entrañas financiaras gobiernan por encima de límites geográficos y políticos. Ya no sólo es la mala gestión de un gobernante y la ausencia de políticas internas lo que va a desestabilizar a un país. El entramado financiero internacional es la brújula que nos ayuda a entender que, como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, que nuestro mundo depende de las decisiones correctas e incorrectas de los países con mayor poder.
Termino con la misma pregunta que inicie el presente artículo: ¿Cómo se vive la crisis en los países más empobrecidos?… “vengan y lo verán.- Fueron y vieron dónde vivía y se quedaron con Él…” (Jn 1, 35-39).
D. German Sánchez Miguel. Misionero seglar vevenciano
Bolivia, noviembre de 2011