El itinerario espiritual.  Crecimiento y madurez

 

1.- Retomamos nuestras reuniones tras el parón estival con el firme deseo de crecer y hacer crecer a los demás. La vida cristiana es una vocación que hace de la vida respuesta. Pero a veces vivimos con una voluntad estancada, nos establecemos en el orden en lugar de tensarnos en el amor y la responsabilidad. Creer es ser del todo. Acercarnos a Dios significa sacar de dentro todas nuestras posibilidades y las de aquellos que nos rodean, como plena imagen y semejanza de Dios, superando la fragmentación, la privacidad, el individualismo, la desintegración interior y exterior.

Comenzamos orando juntos:

Cantemos nuestra fe y, al confesarla, unidas nuestras voces de creyentes, pidamos al Señor que, al proclamarla, inunde con su luz a nuestras mentes.

El gozo de creer sea alegría de servir al Señor, y su Palabra simiente en crecimiento día a día, que al don de su verdad el mundo abra.

Clara es la fe y oscuro su camino de gracia y libertad en puro encuentro, si crees que Jesús es Dios que vino, no está lejos de ti, sino muy dentro.

Demos gracias a Dios, que es nuestra roca, sigamos a Jesús con entereza, si nuestra fe vacila, si ella es poca, su Espíritu de amor nos dará fuerza. Amén.

2.- A continuación proclamamos el Evangelio del domingo y ponemos en común lo que nos sugiere a cada uno.

3.- Partiendo del tema: “El itinerario espiritual. Crecimiento y madurez” (Dejarnos hablar por Dios. Francisco Martínez García. Ed. Herder 2006. Páginas 51-58), compartimos nuestra experiencia personal, nuestras dudas e inquietudes. Para ello pueden servirnos de orientación las siguientes cuestiones:

  • ¿Me conozco bien? ¿Tengo una radiografía veraz de mis estancamientos?
  • ¿Tengo un plan estratégico para crecer y madurar en la luz de la fe y en la verdad del evangelio?
  • ¿Estoy del todo con el Señor cuando oro, y mi oración es verdaderamente transformante en lo concreto de mis fallos y servidumbres?
  • ¿Estoy del todo en mis relaciones fraternas, en la vida de comunidad y de apostolado?

4.- Finalizamos la sesión orando:

 

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esto me basta.

RVB-0922-MRL.pdf (82 descargas)

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