El pasado lunes 23 de noviembre, tuvo lugar una nueva sesión del curso anual del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, esta vez a cargo de D. Antonio Calvo. La sesión fue dedicada al tema «Sociedad actual y la muerte de la experiencia», en la que Calvo reflexionó sobre la sociedad actual y la verdadera naturaleza de la esperanza en el contexto social de nuestros días. Inició su exposición con el análisis de la propia definición del hombre, «un ser maravilloso y terrible, a la vez», «un ser de amor y de palabra». Un amor, señala Calvo que «se adentra en un misterio que no somos capaces de conocer, en una vida que se manifiesta realmente eterna por las obras que realiza». «En cada instante de amor se manifiesta la eternidad».
En este sentido, la esperanza es «la virtud que tiene el amor de entregarse a fondo perdido y plenamente sin ilusiones», señaló Calvo, en tanto que no espera intercambio o contraprestación alguna. El hombre «está convocado al ser para amar que es la manera de ser eternamente».
Calvo continuó su exposición con una reflexión sobre la sociedad actual, marcada por elementos de gran novedad, como la interconexión, la inteligencia artificial y la capacidad de modificar la naturaleza humana (la biotecnología). Tales novedades provoca una peligro cierto de manipulación del hombre, señaló el profesor, en el que la verdad es rechazada y, aun, despreciada. Existe un desprecio de la verdad y un profundo menosprecio por el misterio, posicionando a la ciencia como única solución a los problemas del ser humano. También reflexionó sobre la perversión de la política y la ausencia de diálogo en la sociedad actual.
En contraposición con esta realidad, Calvo reivindicó «vivir como personas», «recuperar la persona y la democracia», reivindicar la «condición de ser humano», la apuesta por el diálogo y la no violencia, la promoción de los valores humanos, el testimonio, la comunidad y la universalidad.
La esperanza se configura así como la «virtud incansable del amor», paciente y trabajadora, que arraiga en el mayor y en su confianza, que existe para crear la persona co-creando, a pesar de todo. La esperanza es una virtud humilde, que, al amar, crea la eternidad en el tiempo.
Se trata, en última instancia, de esperar («hacer de todo hombre un prójimo»; confiar («querer hacer de todo prójimo un amigo»); amar («convertir todo poder en servicio» -«ser hogar»-). «Esperar -señaló- es la actitud que le nace y cultiva quien ama». «El hombre es un creador que espera».
La próxima sesión de curso tendrá lugar el lunes 30 de noviembre, a las 20 horas, igualmente en formato on line, con el tema » «Llamados a dar razón de la esperanza», a cargo de D. Armando Cester Martínez.
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