El día 18 de noviembre de 2024, tuvo lugar la sesión del curso del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, realizada por el sacerdote Daniel Clemente López, cuya transcripción -no necesariamente literal- se incluye a continuación.

Antes de comenzar se pregunta ¿Cuántos de los presentes creen que tiene vocación? Hay que insistir en que Dios nos llama a cada uno.

1. El mundo cambia y nosotros con él.

 

Clemente planteó, siguiendo la metodología «reconocer, interpretar y elegir» del Papa Francisco, un marco en el que nos movemos, riesgos y desafíos: RECONOCER. «Abrimos los ojos y nos encontramos con una realidad, que es que el mundo cambia y nosotros con él». «Por eso es importante enfrentarnos a la realidad desde la esperanza, reconociendo los signos de la presencia de Dios en medio de ella».

La sociología actual nos dice que esta época ya no solamente nos encontramos en un cambio de época, sino que nos encontramos en una época de cambios.

Los pilares de la sociedad, y en especial los de las personas jóvenes, parecen ser menos sólidos que los de otros tiempos.

Vemos que nuestra Iglesia está en constante cambio y que un cura es un hermano que camina junto a otros en la incesante búsqueda del Dios de la vida.

Las redes sociales llevan como un bombazo la comunicación, que es distinta. El mundo es distinto. El contexto es distinto. Por lo tanto, al plantear la cuestión de la vocación, de la llamada cristiana, necesitamos abrir los ojos, decía antes, y reconocer lo que están viviendo las personas a las que se dirige la vocación.

Vocación no es más que una llamada de corazón a corazón. Es la llamada del Dios que habita lo profundo, del Dios que también te está habitando a ti. Intenta hacer memoria. Dios te está habitando y seguro que descubres cómo este Dios te habita. Pues este Dios que te habita también te llama. Esto es la vocación.

Daniel Clemente: «Es la llamada del Dios que habita lo profundo, que te llama. Esto es la vocación»

Muchos han sido los análisis sociales recientes que han planteado como métodos de escucha esta cuestión de la vocación. El último ha sido el análisis que se hizo antes del Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, en el año 2018. Con un apartado explícito a la vocación en general y al discernimiento vocacional, en concreto. Y pivota sobre tres documentos principalmente.

El primer documento es el Instrumentum Laboris.

Se recogieron las aportaciones de todas las iglesias locales. Se nos pasaron las encuestas a los jóvenes y pudimos participar. Esta sería la parte del reconocer, abrir los ojos a la realidad. Se constató la pluralidad de los contextos que encontramos hoy al referirnos a la vocación. En el primer capítulo se nos exponen varios de los factores que determinan nuestro contexto. Empezando por la globalización de las redes sociales. Habla de la Iglesia en el mundo. Es un análisis global.

Después el Papa quiso dar un paso más e invitó a un grupo de jóvenes de todo el mundo para participar con él y con los obispos en el sínodo. D. Carlos Escribano fue padre sinodal de aquel sínodo, de la fe, los jóvenes y del discernimiento vocacional.

El segundo documento es el documento final de ese sínodo, que toma el análisis hecho en esta primera parte y lo INTERPRETA.

Esta sería la parte del «interpretar», ver cómo resuena todo esto en nuestra vida. Interpelados también por los jóvenes que estaban compartiendo con los padres sinodales en la asamblea sinodal.

Y el tercer documento, la exhortación apostólica post-sinodal, Christus vivit, de muy recomendable lectura.

No podemos dejar de mirar el análisis que se ha hecho para el sínodo de la sinodalidad, en el que aún nos vemos inmersos. La realidad, en una dinámica sinodal, luego se interpreta.

También hay otro sínodo que nos hablaba previamente, el de los jóvenes, sobre las familias y es el que da lugar a la exhortación Amoris Laetitia, donde se constata un cambio del concepto de familia, tanto en la forma como en la vivencia de la fe en la misma. Es una brecha generacional muy grande.

El padre Rossano Sala, en una ponencia del año 2019 engloba el análisis presinodal en cinco grandes bloques.

  • Dice que hay una desvinculación entre el cuerpo y los afectos. Nuestra sociedad está marcada al referirnos a la función vocacional en una desvinculación entre cuerpo y afectos. La vida ciertamente está en cambio y hay momentos en los que todo se cuestiona, especialmente en algunas etapas de la vida. El discernimiento vocacional, por tanto, es un camino de reconciliación con el propio cuerpo, con uno mismo, con los demás y con el mundo. Frente a una desvinculación del cuerpo y de los afectos, plantearte la vida en clave vocacional te ayuda a reconciliarte con tu cuerpo, con tu personalidad, con los demás y con el mundo.
  • El segundo grupo de desafíos que nos plantea la sociedad es que vivimos en una sociedad fácilmente manipulable. Es fácil caer en la manipulación, especialmente en la manipulación mediática. Cuando cuestionas hasta lo que es, hay una sensación de miedo, de vacío, de no saber hacia dónde caminar. Pues frente a esto, plantearse la vida como vocación requiere un acompañamiento. Requiere ver que no estás caminando solo. Requiere ver que el subjetivismo que produce la realidad en ti puede ser contrastado con un hermano. Y esto es maravilloso también.
  • El mundo digital. Y él decía que el mundo digital conlleva un fuerte impacto en la noción espacio-tiempo. Es un tema del que ha hablado el papa muchísimas veces. Dice que la noción espacio-tiempo se zarandea, porque la inmediatez llama la puerta. Y frente a esto, plantearse la vida en clave vocacional invita a no demonizar ni a endiosar el mundo de las redes sociales, el mundo de lo digital. Conlleva integrarlo y dialogar con él.
  • Un cuarto reto que nos plantea la realidad es la desilusión institucional. Hoy, especialmente los jóvenes, desconfían totalmente de la política, las instituciones. Solamente hay que abrir el telediario y mirar al Levante Español. Hay una desilusión profunda con lo institucional. Especialmente los jóvenes se sitúan más cerca de los ancianos que de los adultos. Y esto también parte de esa desilusión institucional. Con una institución tan básica como es la familia. Muchos se encuentran paralizados a la hora de dar pasos y de tomar decisiones. Yo me encuentro con personas que descubren un camino vocacional y son incapaces de afrontarlo por miedo. O por decir esto, que me estoy perdiendo mi juventud. Me estoy perdiendo lo que me toca vivir en la vida. No, no lo estás perdiendo. Vivimos en un mundo, a veces, de fuegos artificiales. Y esa no es la realidad, más auténtica no. Frente a esto, el planteamiento vocacional anima a dar pasos y no caer presos en el escepticismo que nos está acechando a todos.
  • Y el quinto sería el desafío ante la nostalgia espiritual, que nos acecha un poco a todos, y que mira al pasado y no al presente y al futuro. El presente es tuyo y de Dios. Y el futuro es solamente de Dios, está en sus manos. Entonces, vivir con la ignorancia de todo tiempo pasado fue mejor, es falso. Es profundamente falso. Muchas personas de diferentes contextos, culturas, edades, siguen planteándose la vida en clave vocacional. Siguen dándole la voz al Señor. Siguen dándole la palabra a Dios para que Él siga llamando. La cultura vocacional solamente se puede afrontar desde un punto de vista abierto, en el que caminar juntos y descubrir cuál es la meta y el camino para llegar a esa meta dentro de la propia vida.

 

2. La gran vocación

 

Recuperación del Concilio Vaticano II. Gaudete et exultate. La vocación en la Iglesia.

Somos cristianos porque nos bautizamos. Y al ser bautizados recibimos una llamada. Pero la cuestión de la gran llamada que te hace el Señor es la llamada a ser feliz,  tan sencillo como eso. Ser feliz.

«La cuestión de la gran llamada que te hace el Señor es la llamada a ser feliz».

Ser feliz, que en cristiano es ser santo. Santo es feliz. Las bienaventuranzas se pueden traducir por felices. Iglesia, ¿quién eres? En Lumen  Gentium dice que en la Iglesia todos están llamados a la santidad (LG 39). Pero cada uno según su propia vocación (LG 11).

En la Carta a los Hebreos encontraremos la invitación a recorrer el camino con constancia y con los ojos fijos en aquel que nos dio el don de la fe, Jesús. Recorred con constancia el camino de la fe. Y Pedro también animaba, en el nombre del Señor, a la comunidad al decir ¡Sed santos como yo el Señor soy santo! Es una gran llamada que lanza Pedro en nombre de Jesús a la Iglesia naciente (Hb 12).

¡Sed santos! Que no es ser perfectos, como recogen otras traducciones. Ser santos es ser parecidos a Jesús, con sus actitudes y con sus sentimientos. Esa es la gran vocación del cristiano, queridos amigos.

La llamada a la comunión con el Dios de la vida. Y no hay mayor felicidad que la comunión con el Dios de la vida. Esa es nuestra gran llamada.

Y el Papa Francisco, como vio esto que está ocurriendo ahora, lanza a la Iglesia la exultación apostólica. ¡Gaudete et exultate! Alegraos y regocijados. ¿Por qué? Porque nos recuerda la llamada universal a la santidad. Y nos recuerda que es universal. Esta llamada a dar un testimonio existencial del Dios que te habita es también para ti. Responder a la llamada, a la gran llamada de tu vida, que es la llamada vocacional, a la felicidad, a la santidad. Se responde viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio de vida en las ocupaciones cotidianas, en las ocupaciones de cada día.

Si eres consagrada desde tu consagración, si eres laico desde tu compromiso, si eres sacerdote en el servicio y en la entrega al Pueblo de Dios que se te ha confiado en un pastoreo concreto, ¿verdad? La imagen de la Iglesia que tengamos, por tanto, determinará el modo de comprender la gran vocación y las vocaciones

 

3. Vocaciones como camino ante la gran vocación

 

Iglesia: “Pueblo de Dios” y “Cuerpo de Cristo”. Miembros de un pueblo, miembros de un cuerpo.

Las vocaciones como camino ante la gran vocación. ¿Cuál es la gran vocación? Ser feliz. Para una correcta comprensión, por tanto, de la cuestión vocacional, tendríamos que tener claras dos imágenes de la Iglesia que aparecen especialmente en la tradición, pero especialmente son recogidas por el Concilio Vaticano II.

Iglesia como Pueblo de Dios, una noción teológica principal que tenemos que tener clara. Es la primera imagen propuesta por el Vaticano II y estructura la eclesiología actual. Nos hace comprendernos verdaderamente como vocacionados, como respuesta ante nuestro bautismo, porque el bautismo es el que nos hace Pueblo de Dios, un pueblo que está caminando al encuentro de su Señor.

La segunda es la noción de Cuerpo de Cristo, que parte principalmente de Colosenses 1,18, cuando nos dice que la Iglesia es Cuerpo de Cristo.

Y las vocaciones eclesiales son expresiones múltiples y articuladas, lo vemos, múltiples, tantas como personas, y articuladas.

La vocación particular, por tanto, las vocaciones, por tanto, son las respuestas de cada hombre y de cada mujer a la propuesta salvadora del Señor, que en sí mismo se hace camino a recorrer. Él es el camino que nos invita a vivir la verdad en dirección hacia la vida, hacia la vida con mayúscula.

Y todo esto en medio de un pueblo, el pueblo de Dios, la Iglesia, que se concreta aquí ahora mismo, en Zaragoza, en la diócesis de Zaragoza, en el centro de él, que está aglutinando también. Las vocaciones, por tanto, son diversas como los miembros del cuerpo, también son diversos. Y aquí retomamos la segunda imagen eclesiológica, la imagen del cuerpo de Cristo.

La Iglesia tiene por cabeza a Cristo y nosotros edificamos su cuerpo, cada uno tal como somos. Solo la unidad de los miembros hace que el cuerpo sea vivo y armónico. Solamente cuando estamos unidos podemos dar visibilidad al cuerpo de Cristo.

La Asamblea Sinodal recoge cuatro puntos importantes que aglutinan, que estructuran estas vocaciones. Una vocación, que ya hemos dicho que era la gran vocación de ser feliz, ser bienaventurado, ser santo. Recoge cuatro caminos principales que luego se concretan en tantas respuestas como personas.

  • La primera es la familia, el lugar donde viene la vocación.
  • La segunda, la vida consagrada, que es la expresión concreta de la gratuidad del amor. Es un sínodo de fraternidad. Vivir juntos, ¿verdad? Y es una escuela de comunión también.
  • Es el testigo tradicional, la oración pausada, comunitaria, como un signo del Evangelio en medio del mundo. También estar en el ministerio ordenado. Y el sínodo resalta, para quien no pueda poner en duda, que es necesario para la vida cristiana. Al ser constitutivo, tendrá que seguir habiendo curas y obispos.

Tendrá que seguir habiendo diáconos al servicio de la Iglesia. Igual que tiene que seguir habiendo laicos que se comprometan. Esto es como los vasos comunicantes. Cuando bajan los laicos, bajan los curas.

  • Y la cuarta es nueva. Además de la vocación al matrimonio, la vocación a la vida consagrada y la vocación al ministerio ordenado. ¿Y los solteros qué? Los solteros no se atrevían a llamar vocación, lo que en realidad es.

4. La vocación implica un ministerio: existimos para servir.

 

El bautismo llama a servir: sacerdote, profeta y rey. Tú también tienes una misión.

 La vocación implica un ministerio. ¿Por qué? Porque existimos para servir. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Siempre está primero la vocación, es lo primero. Dios llama, la persona responde y se adecua a un ministerio determinado

Ahora vamos a centrarnos en el ministerio como respuesta necesaria a la vocación. Dentro del camino vocacional en el que se encuadra nuestra particular vocación, nuestra particular reflexión ahora también, habrá que discernir el ministerio que se consigue.

 

5. Juntos descubrimos la vocación: el discernimiento y acompañamiento.

 

Hoy es más fácil que nunca, dice el Papa en el Capítulo IX de Christus Vivit, caer en el consumismo de experiencia religiosa, especialmente los jóvenes, pero también entre los mayores, sin comprometernos con nada absolutamente. Es lo que el Papa ha denominado como hacer zapping espiritual. Precisamos más que nunca, por tanto, del don del DISCERNIMIENTO.

  1. Dice el Papa, el discernimiento es un camino con Dios. El discernimiento vocacional de tu vida, ahora, también tienes que hacerlo hoy. Porque ese discernimiento es de cada día. Es un camino con Dios, que supera la razón y la prudencia, que nos abre naturalmente al misterio
  2. Se necesita una conciencia formada. Significa que mira los sentimientos y actitudes de Jesús y lo reproduce. Jesús es nuestro modelo, es nuestra fuente y nuestra meta. ¿Qué haría Jesús? Es la última pregunta de nuestro discernimiento. ¿Qué haría de esta situación concreta Jesús?.
  3. Tercero, el examen. No como un examen de conciencia que sirve para azotarse, sino como el gran regalo que hace San Ignacio a la Iglesia. El discernimiento necesita el examen diario. Un examen que parte de la acción de gracias. Gracias, perdón, por favor. Gracias, Señor. La oración de la alianza, la verdad. Gracias, Señor, por lo que he vivido en ese tiempo. Ilumina mi mente, mi corazón y mi vida, perdón por estas cosas que no acaban de entrar en vida normal y encomiendo esta circunstancia. Nos ayuda a reconocer la obra de Dios en la experiencia cotidiana, para tener los ojos de la fe bien abiertos. Por tanto, camino con Dios, con conciencia, con examen
  4. Requiere espacio y tiempo. Yo estoy harto de decir esto y mucha gente no acaba de comprenderlo. En totalidad, soledad y silencio. Es lo mismo. Dejar que Dios hable. Abandonar el ruido cotidiano para dejar que Dios te hable. Siguiente paso, es necesario escuchar. A Dios, a los demás y a la realidad. Escuchar es una clave fundamental.
  5. Las preguntas vocacionales no van en relación al quién soy yo, sino a Él. ¿Para quién soy yo? Siempre en relación con nosotros. Discernimiento vocacional es una relación de amistad, una relación de amistad. Es un amigo que te llama. Jesús es un amigo que te llama. Es una imagen muy profunda, muy bíblica. Un Dios amigo que te está hablando, que cuenta contigo, que tiene una relación contigo, que quiere crecer en esa relación contigo. Y último paso, imprescindible acompañamiento. ¿Qué es imprescindible? Acompañamiento, que lo puedo decir más alto, pero no más claro.

«Las preguntas vocacionales no van en relación al quién soy yo, sino a Él»

6. Iglesia es sínodo

Caminar juntos” implica valorar los carismas que el Espíritu concede conforme a la vocación recibida, en un dinamismo de corresponsabilidad.

Somos pueblo de Dios con una llamada. Esta llamada es ser feliz. Desde esta lógica del pueblo de Dios que camina de la mano llegaremos a una visión más orgánica de lo que es el cristianismo. Que consiguiera primero las relaciones y después las estructuras. Porque en función del cambio de las relaciones cambian las estructuras.

Y la Iglesia tiene mucha estructura. El caminar juntos implica valorar los carismas que el Espíritu concede, conforme a esta vocación. En un dinamismo de corresponsabilidad.

La misión de la iglesia no es de los curas, de los obispos o del papa. Es tuya, es de todos los bautizados. Es tuya, sacerdote, profeta, rey. Un pueblo que camina al encuentro del Señor suyo, del Señor tu Dios

La iglesia hoy, como apuntábamos anteriormente, requiere más que nunca de un clima relacional en el que poder ser nosotros mismos existencialmente. Sin excluir a nadie. La iglesia es sínodo, es caminar juntos como hermanos.

7. Conclusiones: Toda nuestra pastoral o es vocacional o no es pastoral.

 

Daniel Clemente concluyó su intervención señalando que «o nuestra pastoral es ayudar a las personas a descubrir el camino, la vocación particular, que nos lleva a descubrir la vocación general, que es la santidad, la felicidad con mayúsculas o, verdaderamente, no es una pastoral». El fuego del amor, que es el fuego del amor de Dios, está ardiendo en nuestro corazón. En un corazón de bautizados, en un corazón de vocacionados, de llamados.

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