El pasado día 23 de octubre, tuvo lugar la inauguración del curso del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares. El acto de inauguración fue presidido por el Sr. Arzobispo de Zaragoza, Mons. Carlos Escribano Subías y la lección inaugural corrió a cargo de D. José Alegre Aragües, que presentó el nuevo curso sobre la inculturación de la fe del Instituto, que se desarrollará todos los lunes lectivos, a las siete y media de la tarde, hasta el 20 de mayo de 2024. Licenciado en teología por la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma, fue profesor de teología moral en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, profesor de ética empresarial de la Escuela de Negocios ICADE y es director de la revista aragonesa de teología y coordinador de los ciclos de conferencias de Acción Social Católica. Sacerdote diocesano de Zaragoza, ejerce su ministerio en la parroquia de San Agustín. Sus reflexiones y trabajos, además de sobre la moral social y económica, se han interesado siempre en el diálogo, fe, cultura, fe y ciencia.
El ponente manifestó su alegría de poder participar en esta presentación del curso y sesión inaugural y saludó a los presentes, con especial referencia al Sr. Arzobispo y a D. Francisco Martínez, también presente en el acto.
- Interculturalidad
Alegre inició su intervención señalando que “no hemos querido hacer una lección inaugural que pueda parecer más solemne, precisamente porque nos ha parecido que el tema era un tanto novedoso y en esa novedad, queríamos despertar un poco vuestro interés y descubrir lo interesante, lo apasionante y lo actual”.
Vamos a comenzar viendo nuestra ciudad, Zaragoza, llamada “la ciudad de las tres culturas”, ya que aquí convivieron extensivamente tres culturas: la judía, muy minoritaria; pero también la árabe o musulmana o mora (en España se le podía llamar de esas tres maneras). Y la cristiana. Esta confluencia de culturas “fue más una coexistencia que una convivencia, algo parecido a lo que está ocurriendo hoy”, señaló Alegre. También hay en su tierra de origen, en Palestina, conviven cristianos, judíos y palestinos, en Jerusalén, la Ciudad de la Paz (que nunca la ha conocido). “Por tanto, la convivencia de múltiples culturas en mismo lugar se torna frecuente”.
J. Alegre: “La convivencia de múltiples culturas en mismo lugar se torna frecuente. Es el caso de Zaragoza, la ciudad de las tres culturas, o de la propia Jerusalén”.
“Y se complementa con el hecho que Zaragoza hoy no es una ciudad de tres culturas, sino de muchas más que conviven actualmente en la ciudad: varios miles de ucranianos, rumanos, y demás nacionales de Estados del Este de Europa. También personas procedentes del Magreb y del África subsahariana, que conservan mayoritariamente la cultura y la religiosidad del Islam, que conviven sin mayores problemas. “Recibimos noticias frecuentes de París en donde la cultura islámica ya se está haciendo casi tan mayoritaria como la cristiana occidental”. Una realidad diversa también muy actual en Estados Unidos. Las migraciones aportan una realidad igualmente patente en lugares como Canarias, Lampedusa o Grecia. “El mediterráneo se ha convertido en un lugar de paso y la tumba de muchos mies de personas”. También el turismo es una variable.
Estos intercambios culturales pueden ser de muy diversa intensidad (desde el esporádico determinado por el turismo a la inculturación completa de las segundas generaciones de migrantes).
Los viajes han sido una constante desde la Antigüedad, protagonizados por expedicionarios, ejércitos o mercaderes. “Era gente muy decidida. Se arrancaba de su propia cultura, de su tierra, de su familia, de su rutina, de sus costumbres, de sí mismos, y salían a otro mundo”. Alegre hizo especial referencia a los misioneros. “Por eso, el papa Francisco continuamente nos llama a tratar de ser una “Iglesia en salida”, pero no solo en salida física o viajera, sino sobre todo en una salida semejante a la que veremos luego que tuvo que hacer Israel desde Egipto y semejante a la que nos narraba la Biblia que tuvo que hacer el “padre de los creyentes” cuando se arrancó también de urbe caldea y salió hacia un horizonte desconocido siguiendo una voz, una vocación, una necesidad”. “Una aspiración, lo sabemos, pero ¿qué le hizo arrancar? Ese arranque fue algo más que puramente afectivo o sanguíneo familiar. Fue cultural, pero fue también un abrir horizontes y desprenderse de muchas maneras de entender y de ver la vida todo como hasta entonces lo había tenido. Porque una cultura es el ámbito en donde nos educamos y en donde nos abrimos”.
“Una cultura es el ámbito en donde nos educamos y en donde nos abrimos; no es solo un nivel de conocimientos que adquirimos, sino es una forma de entender la vida”.
“Y la cultura no es simplemente un nivel de conocimientos que tenemos. Es sobre todo una forma de entender la vida, una forma de valorar las cosas, una forma de ir caminando de despertar hacia metas o proyectos”, indicó Alegre. “No en balde, los Padres, precisamente de la filosofía y de la teología moral, entendieron así también la moral, como la costumbre, la cultura familiar y del grupo que le marca horizontes al niño y lo va educando en una especie de simbiosis entre lo que son sus cualidades y lo que es la necesidad del grupo y si eran arqueros, pues le educaban en el dominio y manejo del arco. Si lo que necesitaban era mensajeros, le educaban en el cultivo de la carrera. Si necesitaba agricultores, pues cultivaban la vocación por la tierra. Y si eran pastores nómadas, pues cultivaban fundamentalmente la afición por conocer las ovejas, distinguir los pastos, salir, buscar la buena hierba y descubrir yacimientos de agua”.
“De esa manera, la cultura iba también metiéndose, en parte también, dentro de nosotros. La cultura es algo enormemente profundo y esa profundidad es lo que también le da su fuerza. Y no podemos vivir sin ella. Por eso, todas las personas pertenecemos fundamentalmente una cultura, aunque hoy tengamos relación con otras distintas”.
“La cultura es algo enormemente profundo y esa profundidad es lo que también le da su fuerza. Y no podemos vivir sin ella. Por eso, todas las personas pertenecemos fundamentalmente una cultura, aunque hoy tengamos relación con otras distintas”.
Alegre explicó igualmente que “se ha dado una velocidad enorme en el cambio prácticamente de estas culturas en las que hemos vivido”. “Hemos pasado de una cultura de pueblo, en donde algunos muchos hemos nacido, y nos hemos hecho “urbanitas” y ya el pueblo se ha quedado en ese reducto infantil donde conservamos los recuerdos de la abuela, los recuerdos primeros de la familia, los niños, … que seguimos conservando incluso con nostalgia”.
“Nuestro grupo de amistad es un mundo, pero un mundo que está muy marcado, que lleva dentro de nosotros y que nos ha hecho, en gran parte, nuestra capacidad de diálogo con nuestra propia cultura”. “Está también en función de nuestro sentido crítico: de la capacidad que tenemos para distanciamos de ella y ver que, a veces, esa cultura tiene razón y nos gusta y otras veces, aunque nos guste, no tiene razón, porque hay cosas en las que se nos han educado que eran las normales en nuestro tiempo y que ahora han sido superadas”.
“Estamos en pleno proceso”, reconoció Alegre. “Lo importante es que esa cultura nos apoye para sacar de nosotros lo mejor de nosotros mismos como personas”.
“Lo importante es que la cultura nos apoye para sacar de nosotros mismos lo mejor de nosotros mismos como personas”.
“Y eso mismo es lo que también al final, tenemos que elegir como criterio para poder tener una referencia crítica con esa cultura en la que estamos subsumidos, pero que no siempre en algunas cosas es la mejor que podemos y debemos incluso cambiar algunas valoraciones, algunas formas de entender”, señaló.
“Incluso el agricultor que toda la vida ha estado dedicado al secano, ha visto la necesidad de cambiar sus formas de cultivo y adaptarse a una maquinaria y ha pasado a la industrialización o a unos productos nuevos o a una formas nuevas al uso de la química, etcétera, etcétera”.
“La orientación que pretendemos dar hoy es una orientación, un estudio de lo que es el mundo de la interculturalidad y de la inculturación en una perspectiva más o menos de comunidad religiosa. Pues entonces, permitidme que hagamos un pequeño repaso a lo que la Iglesia ha entendido también”.
“Porque la Iglesia se ha acostumbrado, nos hemos acostumbrado a vivir el cristianismo fundamentalmente en una cultura que es la cultura occidental. En alguna sesión del curso veremos cómo eso fue en sus comienzos, terriblemente, tenso, difícil y dramático. Y, sin embargo, llegamos a establecer una simbiosis con una cultura de tal manera que en el mundo los cristianos seguimos siendo también los occidentales. Esta circunstancia para nosotros es muy agradable en el encuentro con nuestra cultura pero que, con otras culturas, a nivel de comunicación religiosa, se convierte en un problema porque a veces nos ven más como occidentales que como cristianos y a veces piensan que vamos a occidentalizarlos en lugar de evangelizarlos”.
“Entonces tenemos que tener mucho cuidado y ser capaces de desprendernos de aquellos elementos culturales que dificultan precisamente ese sentido misionero de una fe y encierra en sí misma el deseo de comunicación y llevar la Buena Noticia a los demás”.
“Tenemos que tener mucho cuidado y ser capaces de desprendernos de aquellos elementos culturales que dificultan precisamente ese sentido misionero de una fe y encierra en sí misma el deseo de comunicación y llevar la Buena Noticia a los demás”.
2. Dios, desde el principio, habló la lengua de los hombres
Explicó que “Dios, desde el principio, decimos, se hizo palabra, entró en comunicación, habló y ¿en qué idioma habló? Pues de un modo comunitario, en arameo: nunca habló en latín, por ejemplo, nunca habló en griego. Pues aún siendo hebreo, no llegó a hablarlo. Es posible que lo escuchara alguna vez, sobre todo si iba a la sinagoga, pero no llegó a hablarlo nunca”.
“Dios no tuvo ningún ningún inconveniente en transmitir su mensaje en las palabras, en el idioma, en la lengua, en qué podía ser entendido. Y cuando hablamos de lingüística, podemos hablar también de mentalidad. Podemos hablar también de sensibilidad. Podemos hablar también de cultura.”
“Dios no tuvo ningún ningún inconveniente en transmitir su mensaje en las palabras, en el idioma, en la lengua, en qué podía ser entendido. Y cuando hablamos de lingüística, podemos hablar también de mentalidad. Podemos hablar también de sensibilidad. Podemos hablar también de cultura.”
“Es decir, Dios se adapta a cómo somos los seres humanos, cómo vivimos, cómo pensamos, qué valores tenemos; no porque quisiera darnos la razón (porque Dios siempre he establecido con nosotros una relación precisamente de sentido y de referencia crítica) sino para inculturizarse y asumir la cultura de los hombres”.
“Esa misma función que tiene la cultura, tratar de ayudarnos y potenciar nuestra forma de ser para sacar de nosotros lo mejor de nosotros mismos. Pues Dios también lo hace, asumiendo un principio, nuestras formas, nuestros lenguajes, nuestras normalidades, y se hace “muy normal”, tanto que lo confundimos con otras cosas: con el viento, con la brisa, con el truneo, con el relámpago, con el terremoto… Y nosotros lo vimos confundiéndolo también con los acontecimientos que ocurrían a nuestro alrededor o con las palabras que escuchamos en nuestro entorno: Dios se hace, se incultura como que Jesús se encarna.”
3. Nueva conciencia de inculturación en la Iglesia
“Y así es cómo hemos visto la Iglesia”, señaló. “Ha habido un momento en el que la Iglesia ha tenido que reflexionar. Ha tomado esa distancia respecto a la propia cultura. Los que iban a otras culturas la tomaban y como comunidad general lo ha hecho a partir del Vaticano II”. El Concilio Vaticano II constituyó un momento histórico en la Iglesia Católica, en el que confluyeron miles de obispos de todo el mundo. “Se dieron cuenta de que hablaba un lenguaje propio de la teología alemana, que muchos no entendían, y que hablaban de problemas teóricos que muchos obispos no entendían, aunque algunos de ellos estaban formados en Europa, pero aún así no entendían porque representaban a comunidades de culturas ajenas”. “Vivían en otros mundos, en otras culturas, con otras problemáticas, otras sensibilidades… “Entonces, la Iglesia tuvo que tomar conciencia de eso y empezó a replantearse su relación con otras culturas, con otras religiones, con otros ámbitos del mundo”.
“En el Concilio Vaticano II, la Iglesia tuvo que tomar conciencia de eso y empezó a replantearse su relación con otras culturas, con otras religiones, con otros ámbitos del mundo”.
“La Iglesia tuvo que replantearse que este mundo occidental venía reclamando una autonomía desde finales del siglo XVIII”. “Y entonces tuvo que pensar en cómo vivir esa autonomía dentro de la Iglesia y cómo relacionarse con un mundo que ya era autónomo a pesar de su oposición”.
“Ese replanteamiento comportó, por ejemplo, la creación de las conferencias episcopales nacionales, para poder tener una visión de las culturas que fuera más o menos afín, agrupándose geográficamente. Tuvo que organizar los sínodos para que el papa tuviera referencias no sólo de su mundo, cl curial o de su mundo más o menos occidental, sino de un mundo que se tornaba profundamente diverso”. “Responde a las iglesias locales del mundo entero y que de con distintas visiones aportan propuestas y que es lo que están haciendo hoy y que si haya autonomía, por lo tanto, responsabilidad, pues tiene que haber no solamente comunicación, sino participación y reflexión en la toma de decisiones para que todo aquello que aceita a todos se ha tomado”.
“Al menos con cierta visión por parte de todos y, por lo tanto, participando en las propuestas en los consejos que faciliten una mayor comprensión de esta Iglesia que es mundial, y que está en muchas culturas pero que es una Iglesia unida. Una Iglesia bastante presente localmente, como comunidad de fe, una sola fe, que tiene que hacerse presente en muchos idiomas, en muchas culturas, en muchas lenguas, en muchas sociedades y en un mundo actuaron y tiene su sensibilidad.”
“Concurre además una tecnología muy moderna que nos hace estar en comunicación con todos los rincones del mundo a cualquier hora. De manera que hoy estamos viendo los bombardeos en Gaza en el mismo memento en que se están produciendo.”
“Pues a esas culturas a las que queremos dirigir, se trata de un momento de crisis. Yo no diría -señaló- de crisis eclesial ni de crisis de crisis humana, porque en este encuentro entre culturas, hemos pensado y seguimos pensando, en ocasiones, que, como somos gente tan distintas, nuestras normalidades son muy distintas y nuestras referencias de valor son muy distintas y valen todas lo mismo.”
“Se trata de proteger y promover lo que de humano hay en nosotros”. “Tiene que haber también una referencia de fondo que nos unifique en esa problemática moral de construir un mundo que sea más humano y de una humanidad que sea mejor”.
En cambio, de lo que se trata es de proteger y promover lo que de humano que hay en nosotros. Entonces, no se puede pensar en que cada uno puede decidir y hacer lo que quiera, porque él solo se justifica. Ni que cualquier cultura puede tampoco valorar las cosas como le venga en gana; no, tiene que haber también una referencia de fondo que nos unifique en esa problemática moral de construir un mundo que sea más humano y de una humanidad que sea mejor.
“En el programa del curso podéis ver lo que vamos a ir tratando a lo largo del curso: ver la experiencia de cómo esta cuestión que estamos viendo hoy está presente en la Biblia desde el principio: “desde el principio, Dios habló..” y la primera narración de la biblia es curiosamente una narración cultural y de una cultura ajena al mundo bíblico. El mundo judío en el exilio entra en contacto con los conocimientos científicos de entonces, que le dan una visión que habla de tiempo, “de semanas”, de astronomía, una cosmovisión que no tienen inconveniente en acogerla sobre los orígenes del mundo. Es una convicción la que ellos nos trasladan utilizando un mecanismo literario propio de las culturas de su entorno”.
“Es una narración, sacada de unas culturas, religiosa y filosóficamente, dualistas, que dividen el mundo entre el bien y el mal, entre los de arriba y lo de abajo, entre la luz y la oscuridad, entre la masculinidad y la feminidad…
Pero “no hay Dios de arriba y Dios de abajo. No hay Dios masculino y femenino. Es un solo Dios que lo crea todo porque todo es una realidad no divina. Todo es una realidad material hecha por Dios que responde a los designios de Dios. Y que Dios la ha creado y no ha hecho cosas malas y cosas buenas, todo está bien hecho.”
“Luego nos dirá que además todo está bien hecho. Y para nosotros, pues era es la primera narración con la que nos encontramos en el texto bíblico, en el Génesis, una narración no judía tomada de otras culturas no judías, pero pasada por la fe en Yahvé, el único Dios. A eso les ha ayudado precisamente su interculturalidad, su experiencia y relación en tierra extraña, con una cultura extraña por la que entran en relación y de ella toman cosas elementos que les parecen muy positivos y no tiene ningún inconveniente en acoger”.
“Pero la utilizan precisamente para hacer posible una mejor comprensión de la fe que ellos tienen y lo hacen porque su gente joven ha perdido su lengua y está perdiendo su fe, y tienen que educarlos en aquellos contextos en los que viven. Socialmente es la cultura de Babilonia, pero ellos quieren que aunque tengan esa cultura, no pierdan la fe que da base y origen a su propio pueblo.”
“Están, pues en esa relación intercultural y ellos no saben nada de lo que para nosotros llamamos el “big bang”. No saben nada de esa explosión inicial. No saben de la expansión y la evolución del universo. Nosotros podemos saber algo de eso. Y podemos perfectamente también entenderlo desde la perspectiva de una fe, que puede cambiar de vehículo cultural, pero no tiene por qué cambiar del fondo de la fe en ese Dios que siempre es la misma, aunque se renueve en el vehículo lingüístico en el que se da a conocer”.
El Génesis es un ejemplo de experiencia de inculturación de la fe. El relato bíblico de la creación procede de una cultura y una cosmovisión ajena al mundo judío pero que el pueblo judío acoge para evocar el origen del mundo.
“Lo mismo, ocurre con el éxodo de nuevo en una cultura extraña con un líder propio, pero que es educado en la cultura egipcia. Pues ahí el el anhelo de libertad los dirigen a Dios y Dios les escucha en su idioma y les invita a salir”.
“Y esa invitación es la que yo recogen y luego nos explican de modo fantástico al modo de como ellos y todos los pueblos que han venido después, -nosotros, incluidos-, hemos explicado nuestro orígenes y nuestros procesos de nacimiento.”
“Toda esa fantasía literaria es puesta al servicio de un mensaje. Así es como el éxodo es la primera invitación precisamente a vivir la vida en esa actitud también de salir y de vivir, de estar dispuestos. Salir de nosotros mismos de lo que es superficial, por muy arraigado que, esté para poder vivir nuestra fe de la forma más profunda, a veces más desnuda y más cruda.”
“Salir de nosotros mismos de lo que es superficial, por muy arraigado que, esté para poder vivir nuestra fe de la forma más profunda, a veces más desnuda y más cruda.”
“El relato bíblico plasma la experiencia vital. La experiencia de vivir en el desierto que todos tenemos. Es lo que confesamos a nuestros hijos cuando nos preguntan por qué vas al templo, por qué llevas una cesta con huevos, palomas,… y qué sentido tiene eso.”
Nuestra explicación debe ser una explicación siempre significativa. Puede tener la forma de una historia: “mi padre era un arameo errante”. “Nuestro origen está precisamente en esta experiencia de estar en una situación imposible pero que Dios la hizo posible. Y por eso vivimos siempre en actitud de agradecimiento y nuestra gratitud la expresamos con nuestra pobreza con dos palomas, un par de huevos, que llevamos al templo”. “Es una forma de hacer explícito y significativo nuestro sentido vital de gratitud hacia un Dios que siempre nos echa una mano.
“Esta realidad es el origen de la narración del éxodo: “el Padre de todos los creyentes hablar, hablar, también, recibir la invitación. Dios, cuando habla, elige siempre a quien hablarle y pobre de aquel quien lo escucha, siempre lo pone en situación difícil y dura”. “Escuchar a Dios es sobre todo una enorme responsabilidad y es una gran carga en la que luego uno tiene que hacerse a él con esa escucha y en esa escucha, pero que no es previamente un honor. Por lo menos no es un honor en el sentido honorífico externo, sino que es el honor de tener que trabajar lo que Dios nos pide. Igual que a nuestro padre: “Sal de tu tierra”, sal de aquello que te duele, pero que no es fundamental, imprescindible”.
“Y Abraham tuvo que salir no solo de su tierra, sino sobre todo de sus esquemas y de sus afectos, y de su mundo interior y de su religiosidad tradicional. Y tuvo que verse con Dios en el desierto, la desnudez del cierto y allí descubrir como Dios se nos hace presente siempre para echarnos una mano en aquello que realmente nos hace personas.”
“Y Abraham tuvo que salir no solo de su tierra, sino sobre todo de sus esquemas y de sus afectos, y de su mundo interior y de su religiosidad tradicional. Y tuvo que verse con Dios en el desierto, la desnudez del cierto y allí descubrir como Dios se nos hace presente siempre para echarnos una mano en aquello que realmente nos hace personas.”
“Y ese lema es lo que nos hace ver que siempre la tierra, nuestro planeta, como algo que no es solamente la tierra del encuentro entre nosotros, sino que es también la tierra del encuentro con Dios. Dios lo podemos encontrar en cualquier lugar a donde vayamos. La cultura religiosa poco a poco se va expresando en esa literatura tan variada , que se construye poco a poco con ayuda de otras tierras y de otras culturas, se encuentra con la necesidad de reflexionar especialmente sobre distintos aspectos que le van surgiendo, porque muy pronto descubrirá, que su Dios es el Dios de todos y sufrirá un choque terrible”.
“El pequeño libro de Jonás es una joya literaria. Una joya teológica y también como expresión del ser humano. Queremos apropiarnos siempre de todo, hasta de Dios. Pues, para no tener que cambiar de Dios y para que Dios responda lo que nosotros deseamos. “Pero Dios va a perdonar a mis enemigos y Dios va a ayudar a mis enemigos y Dios quiere también a mis enemigos: esa es la pregunta de Jonás”. El Dios del Libro de Jonas se refleja precisamente como el Dios que siempre está con nosotros, pero desafiándonos como había luchado con Jacob, pues sigue luchando con nosotros como luchó con Jonás, pero que es un Dios, como experimentó Jonás, que si nos quedamos sin él, aparece el vacío, la oscuridad, la ausencia, la nada”. “El vientre de la ballena siempre está dispuesto a tragarnos en una vida sin Dios”.
Es una de las cuestiones que tenemos que plantearnos hoy, porque en esta cultura nueva y nuestra cultura occidental, que cree poder prescindir de Dios, la situación de nuestros jóvenes y la situación de mucha gente empieza a ser también dramática, porque el vacío de Dios está repercutiendo enormemente la salud mental.
“Es una de las cuestiones que tenemos que plantearnos hoy, porque en esta cultura nueva y nuestra cultura occidental, que cree poder prescindir de Dios, la situación de nuestros jóvenes y la situación de mucha gente empieza a ser también dramática, porque el vacío de Dios está repercutiendo enormemente la salud mental. “
“Se trata de hablar de nuevo de Dios”. En algunos momentos de la historia y sensibilidad, tuvieron a los cristianos para poder hablar de Dios de manera que una cultura tan hedonista, por ejemplo, como la romana, que pudiera llevar a la gente a interesarse por Él. Es la tecla que debieron tocar tanto Ambrosio como Agustín de Hipona para despertar en muchos romanos la necesidad de ir a escucharles y de tratar de descubrir a ese Dios nuevo del que hablaban, que parecían llenar muchos vacíos.”
“Se trata de hablar de nuevo de Dios, pero de una manera diferente. Tendremos que estar muy pendientes precisamente de cómo es la realidad cultural de nuestro tiempo para ver ahí donde podemos emplear con sensibilidad, un mensaje que haga presente a Dios de una forma existencialmente significativa y despierte un anhelo que despierte interés. “
“Tendremos que estar muy pendientes precisamente de cómo es la realidad cultural de nuestro tiempo para ver ahí donde podemos emplear con sensibilidad, un mensaje que haga presente a Dios de una forma existencialmente significativa y despierte un anhelo que despierte interés. Lo mismo que hablamos de Jonás, pues podemos hablar también de Tobías, esos pequeños libros que plantean situaciones culturales también enormemente difíciles y que provocaron mucha tensión en aquella comunidad.
4. La encarnación, la inculturación más radical.
“Veremos a Jesús, que se hizo hombre”. “Dios se hizo hombre y se despojó de su rango, como dice Filipenses, dejó todos sus atributos y se presentó entre nosotros como uno más, pero uno más, muy sencillo. Y en esa sencillez, hablando, haciendo cosas, conviviendo con la gente y despertando una sintonía que provocaba precisamente el anhelo de un Dios”. “Desde la ternura es de donde es capaz de llegar al hombre”.
En el programa se reflexionará igualmente sobre el Evangelio de Marcos, el propio de ciclo litúrgico de este año, al que se dedicarán cuatro semanas. “Nos pareció que también podía ser bueno verlo dentro del ciclo dedicado precisamente a esto. Lo mismo que veremos a Saulo”.
“¿Qué es lo que hizo que Saulo tuviera tanto eco? O ¿qué es lo que hizo que primero Saulo tuviera esa experiencia del despertar a un Dios nuevo para él? Pues precisamente sus contradicciones. Un joven intercultural educado en el helenismo. Un joven muy religioso educado en la tradición de su familia farisea, por tanto, en una religiosidad de la ley de la responsabilidad. Creo que tuvo la suerte de encontrarse con un Esteban, que le demostró que se puede vivir sin esa ley.” “Le entendía y, sin embargo, estaba volcado en el servicio los más necesitados, de manera que en el caso de Esteban, siendo joven, la experiencia religiosa de Jesús que le hablaba de amor, no la había llevado a vivir en una libertad desmadrada, sino que le había llevado a vivir en una libertad comprometida con los más pobres necesitados, en caridad.”
“Esa experiencia en la que él le dejó ciego, la que le hizo caer de sus esquemas, ya que necesitó replantearse, buscar, y la que le hizo ir descubriendo poco a poco precisamente ese nuevo sentido religioso que se le hacía presente en la figura y en la persona de Jesús.”
“El cristianismo entra enseguida y cada uno de los evangelios es un mensaje único, pero expresado en una cultura distinta, porque el evangelio de Jesús es uno, pero cada evangelista, tuvo que hacer el enorme esfuerzo de expresarlo a una comunidad que tenía la referencia cultural muy distinta según donde vivía.” “No era lo mismo hablar a los judíos cristianos huidos de su tierra, o a los cristianos que vivían en Atenas a los que vivían en Roma o a los que vivían en cualquier ciudad de Asia menor. Y veremos el enorme tremendo esfuerzo que se encontró el primer cristianismo cuando empezó a darle vueltas a la cabeza al estilo griego y tuvo que responder al estilo griego.” “Esos dos o tres primeros siglos del cristianismo son de un esfuerzo intelectual como ha habido poco sobre la historia de la humanidad”.
“Verter toda la experiencia de un mundo semita a los conceptos griegos, pero unos conceptos que a su vez fueron también base de una experiencia existencial vital significativa para una gente que estaba acostumbrada a pensar con la cabeza, y no interferir con el corazón. Ese esfuerzo fue tremendo. Y hubo una generación de intelectuales que lo hizo: desde Ireneo, Ignacio de Antioquía, Orígenes… y tantos padres que tuvieron que plasmar en lenguaje griego precisamente todo ese mundo de experiencias que habían recibido.”
“Pero unas experiencias que, según cómo se formularan, podían derivar de una manera o de otra. Si, por lo tanto, tenían que hilar muy fino para que no se desprendiera de ahí, aspectos que ellos no querían que se desprendiera y revisarse y reunirse, y una cantidad de enorme de reuniones de concilios, de declaraciones…”
“Entonces allí nos encontramos con lo que significa precisamente el esfuerzo cultural en determinados momentos, y nos lo encontraremos con el mundo romano, con el que empiezo siendo la nada. El mundo romano acogió al cristianismo como su enemigo, al que había que eliminar por completo. Pero ello no impidió su crecimiento. El Imperio paso a pedir ayuda al cristianismo para salvarse. Entonces esa simbiosis que se originó, es en la que todavía estamos viviendo todavía. Nuestro cristianismo cultural es un cristianismo romano. Nuestra liturgia es romana. Entonces todavía estamos dependiendo de aquel enorme esfuerzo que se produjo en ese conflicto con el mundo romano. Pero de ese conflicto, en el que muchísimos dejaron la vida es donde aconteció el descubrimiento, encarnado por Ambrosio o Agustín.”
“A lo largo del curso iremos viendo como todo esto lo vamos combinando con momentos de la historia y con nuestro momento actual, para ver cómo el cristianismo, en esta relación de interculturalidad, en la que está metido en nuestro mundo de hoy, ha vivido muchas veces, ha sido capaz de superar la confrontación cultural, a veces en una simbiosis, siempre en una evangelización”.
“Una de ellas era precisamente la cuestión de la palabra de Dios. Para que la palabra de Dios resulte ser una palabra divina tiene que ser una palabra muy humana, tremendamente humana. Porque si no dice algo muy serio, muy importante y muy impactante que permita ser escuchada por la gente que hoy lo pasa mal, difícilmente será una palabra que merezca la pena escuchar.”
“Entonces la palabra de Dios se incultura hasta tal punto que se hace depender de nuestras propias palabras y hacer de la palabra de Dios una rutina. Pues es una inflación y una infravaloración y una devaluación de su palabra que la echa por tierra, pues hay que cuidar mucho cómo entender y cómo expresar, cómo transmitir este mensaje para que sea un mensaje que vaya precisamente a esas vísceras vitales de nuestro mundo de hoy y que allí haga vibrar esas cuerdas que hacen vibrar a la personalidad y le hagan despertar de este momento tan vacío y frío en el que está viviendo”.
“Es el caso de nuestra Europa. Hay que pedir a nuestra Europa que siga planteándose el tema religioso, pero no como una cuestión de indiferencia o de exclusión, desterrando la cruz de los lugares públicos”. “La cruz sigue siendo la expresión de las víctimas del mundo, pero que esas víctimas puede efectivamente estar en la cúspide y no seguir estando ahí en la base, aguantando todos los pesares de la sociedad.
“Haremos referencia al arte, porque nos parece que también el arte es un aspecto muy importante. Y lo haremos especialmente en la edad media primera y segunda, antigua y nueva, el románico y el gótico sean también momentos importantes de esa evangelización que fue capaz de hablar a un mundo en alfabeto y letrado, pero que lo expresó con una sensibilidad que entendió perfectamente esa gente porque se sintió reflejada en aquellas figuras que a nosotros pueden no decirnos tanto, pero que para ellos era el espejo en el que se miraban, buscando protección y amparo en el Dios de los pobres”.
El profesor Alegre finalizó su intervención deseando buenos frutos al nuevo curso y agradeciendo la atención de los presentes.
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