El pasado día 26 de febrero tuvo lugar la primera sesión de las cuatro dedicadas al tema «Iglesia del Siglo XXI, Claves e imágenes», en el marco del curso anual de Teología del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, que imparte Dª. Dolores Ros, profesora de eclesiología en el Centro Regional de Estudios Teológicos para Seglares. Esta primera ponencia estuvo dedicada a la Exhortación apostólica «Evangelii Gaudium», del Papa Francisco, y su plasmación en la eclesiología actual.

«Estamos en una sociedad nueva, en un momento de cambio vertiginoso. Debemos ajustarnos a esta nueva situación.», señaló en el inicio de la primera ponencia.  «La Exhortación Apostólica «La Alegría del Evangelio» es la carta programática del pontificado del Papa Francisco», explicó. «Con este documento podremos situar mejor las diferentes imágenes de Iglesia». «Cuando hablamos de imágenes de Iglesia no podemos hacer otra cosa que evocar la Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II». «De vez en cuando conviene hacer una lectura comparada». «El Papa Francisco ha intentado dar un toque sobre esa eclesiología y ofrecerlo a la Iglesia de hoy». «Dice: recordad esas imágenes de Iglesia, que son centrales, porque la Iglesia es todo el pueblo de Dios, la Iglesia es todo cristiano». «Se trata de adquirir la conciencia de lo que somos: de entrar en la profundidad de lo que significa ser cristiano y ser Iglesia».

La Sra. Ros inició su intervención con la finalidad del documento y señaló que la EG, tal y como el propio documento indica, fue escrita para:

  • Para invitarnos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio (EG 1). «El Papa quiere hacernos ver que, a pesar de las dificultades, evangelizar es un gozo». 
  • Para indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años (EG 1). (El Papa nos alienta a estudiar los signos de los tiempos [EG 51])
  • Para que renovemos “ahora mismo” nuestro encuentro personal con Jesucristo  o, al menos, tomemos la decisión de dejarnos encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso (EG 3). «No podemos entender la evangelización sin la necesaria vinculación y referencia con Jesucristo». 
  • Para responder  a lo que  habían pedido los padres sinodales (Sínodo de octubre de 2012: Para la nueva evangelización y la transmisión de la fe) [EG 16].
  • Proponer algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo (EG 17).
  • Es una invitación a romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrar a Jesucristo, que nos sorprende con su constante creatividad divina (EG 11).
  • Para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están (EG 25)
  • Para mostrar la importante incidencia práctica de esos asuntos en la tarea actual de la Iglesia. Todos ellos ayudan a perfilar un determinado estilo evangelizador que se ha de asumir en cualquier actividad que se realice. Y así, de esta manera, podamos acoger, en medio de nuestro compromiso diario, la exhortación de la Palabra de Dios: «Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito, ¡alegraos!» (Flps 4,4). [EG 18]

«El Papa quiere hacernos ver que, a pesar de las dificultades, evangelizar es un gozo». 

Recordó, en este sentido, las palabras del Papa Francisco, consignadas en el punto 27:

«Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.» (EG 27)

«Este es el sueño de Francisco, una opción misionera que sea capaz de transformarlo todo», concluyo Ros.

«Este es el sueño de Francisco, una opción misionera que sea capaz de transformarlo todo»

1. La transformación misionera de la Iglesia (Capítulo 1 EG)

Inició a continuación un «subrayado» de los puntos del texto que, especialmente tienen que ver con esa Iglesia del siglo XXI.

El capítulo primero de la EG se dedica al tema «la transformación misionera de la Iglesia». El papa Francisca aspira a una Iglesia «en salida», bajo el mandato de Jesús, del que surge la propia Iglesia: Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os mandado(Mt 28,19-20) (19). Recordó la las palabras de Pablo VI, en «Evangelii nuntiandi«: «La Iglesia existe para evangelizar«, que significa, señaló Ros, «alargar en la historia la buena noticia de Jesús«. 

Señala el Papa Francisco en el documento: «Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (20).

Por tanto, «la alegría del evangelio significa que estamos ante una nueva etapa de la evangelización, que la Iglesia existe para evangelizar, y cada uno de nosotros existimos para evangelizar como cristianos y el Papa nos pide una «Iglesia en salida».

«La alegría del evangelio significa que estamos ante una nueva etapa de la evangelización, que la Iglesia existe para evangelizar, y cada uno de nosotros existimos para evangelizar como cristianos y el Papa nos pide una «Iglesia en salida».

Recordó Ros los pasos propuestos por el Papa, en el número 24 del documento, para lograr esta «Iglesia en salida»:

  • Primerear: preceder, adelantarse, tomar la iniciativa
  • Involucrarse: meterse con obras y gestos en la vida. “olor a oveja”
  • Acompañar procesos, con paciencia, con aguante apostólico
  • Fructificar: atenta a los frutos. Sueña con que la Palabra sea acogida
  • Festejar: celebrar cada paso adelante en la Evangelización (24)

Ros señaló que «el cristiano de esta Iglesia en salida tiene tomar conciencia de que cuando nosotros vamos a anunciar o celebrar o realizar cualquier actividad pastoral, nos precede el Espíritu de Jesús». «Una Iglesia en salida es aquella que toma la iniciativa, que constantemente está saliendo adelante y constantemente está pensando en cómo acercarse a aquel destinatario, a aquella persona, a aquel ambiente».

Para eso se nos pide una «pastoral de conversión«. «No nos podemos quedar cerrado en la simple administración de sacramentos, se trata de que nos constituyamos en un estado permanente de misión», señaló. «Para ello hay que abandonar el «siempre se ha hecho así». «El Papa nos invita a ser audaces y creativos».

«Hay que abandonar el «siempre se ha hecho así»: el Papa nos invita a ser audaces y creativos».

Recordó las palabras del Papa:

«Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una “simple administración”. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un “estado permanente de misión” (25).

La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre de ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. 

Exhorto a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este documento, sin prohibiciones ni miedos. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral (33).

La Iglesia, recordó la ponente, debe convertir en una «madre de corazón abierto«, evocando las palabras del Papa en el documento:

«La Iglesia “en salida” es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo ni sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al lado del camino (46).

Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (47).

Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades

«El hecho de salir supone que muchas veces tendremos conflicto y accidentes», recordó Ros.

No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida. 

Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37) (49).

Ros recordó que el Papa Francisco nos invita a ser una Iglesia en salida, preocupada en que a todo el mundo llegue ese anuncio de Jesucristo, gozoso, para que puedan encontrarse con Él.

2. El anuncio del Evangelio (Cap. 3 EG)

En relación con esta cuestión, Ros recordó que una de las líneas de fuerza de la Archidiócesis, surgida del Consejo Nacional de Laicos (2020) es el Primer Anuncio. En el ámbito  de los grupos surgían las dificultades actuales en el Primer Anuncio. El Primer Anuncio es proclamar que «Jesucristo te ama, que está vivo y que nos salva». «No puede haber evangelización sin anuncio explícito a Jesucristo».

«No puede haber evangelización sin anuncio explícito a Jesucristo».

«No se puede hacer auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor”, y sin que exista un “primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (110).

«Todo el pueblo de Dios anuncia el Evangelio», recordó Ros.

«La evangelización es tarea de la Iglesia. Pero este sujeto de la evangelización es más que una institución orgánica y jerárquica, porque es ante todo un pueblo que peregrina hacia Dios (111). 

Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. 

Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. 

La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo puede sentirse acogido, amado, perdonado y alentado vivir según la vida buena del Evangelio (114).

En todos los bautizados actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de Dios es santo por esa unción que lo hace infalible “in credendo”. Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para expresar su fe.

Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe – el sensus fidei- que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios.

La presencia del Espíritu otorga a los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas y una sabiduría que  permite captarlas intuitivamente aunque no tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión (119).

Todos somos discípulos misioneros

El término «discípulos misioneros» ya se utilizó en el encuentro del CELAM de Aparecida y que el Papa Francisco hace suyo. En tanto que somos discípulos de Cristo estamos llamados a la misión. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos “discípulos” y “misioneros”, sino que somos siempre “discípulos misioneros” (120).

Persona a persona

Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar; en la calle, en la plaza, en trabajo. En un camino… En cualquier lugar estamos llamados a ser discípulos misioneros. 

3. Una evangelización para la profundización del kerigma

Ros explicó que todo cristiano tiene que anunciar a Jesucristo, «un anuncio de que Jesús es el Señor, de que te salva». «Y si hace ese anuncio es porque antes ha sido testigo». Se exige un testimonio coherente de alegría, de gozo, de compromiso, de solidaridad, de vida.

El primer anuncio debe provocar un camino de formación y maduración, señaló. Cada ser humano necesita más y más de Cristo, y la evangelización no debería consentir que alguien se conforme con poco, sino que pueda decir plenamente: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal 2,20).

El kerigma (que significa «pregón») debe ocupar en centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial, porque «muchas veces en nuestras comunidades estamos pendientes de la tarea pero lo importante es que en toda tarea esté presente el Primer Anuncio, ese «vibrar» porque Jesús, el Cristo, es el Señor de mi vida». 

Ese kerigma es trinitario porque es fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre.

Una catequesis kerygmática y mistagógica

La centralidad del kerygma demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas. Ros señaló que «el anuncio debe ser una buena noticia que salve, con independencia de cómo se exprese». 

Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena (165).

Y ese Kerygma no solo el primer anuncio, sino anuncio principal al que siempre hay que volver: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte”.

Y ese Kerygma no solo el primer anuncio, sino anuncio principal al que siempre hay que volver: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte”.

Es el primero en sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar.

«Por eso es tan importante el Primer Anuncio, porque hay que suscitarlo en la gente», señaló. «Tenemos que anunciar ese Cristo que para mí es el centro de mi vida». «No es solo el primero, sino al que hay que volver continuamente para calentar el corazón».

Mistagogía: introducir  en el misterio

La Mistagogía es la introducción en el Misterio. Otra característica de la catequesis, que se ha desarrollado en las últimas décadas, es la de una iniciación mistagógica, que significa básicamente dos cosas: 

  • la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad 
  •  una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana (166). 

«Hay que, continuamente, introducir en el Misterio, que se nos revela». «A este proceso se llega en una comunidad, acompañado de los hermanos, en el ámbito donde resuena la Palabra». «De ahí la importancia del acompañamiento».

El acompañamiento personal en los procesos de crecimiento

La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos, sacerdotes, religiosos y laicos, en este “arte del acompañamiento” para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). «Tenemos que aprender a acompañar y todo cristiano debe dejarse acompañar», señaló Ros. 

Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana (169).

En torno a la Palabra de Dios

«La Palabra de Dios es la fuente de la evangelización». «Es indispensable que la Palabra De Dios sea, cada vez más, el corazón de toda la actividad eclesial». Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada. 

«La Palabra de Dios es la fuente de la evangelización. Es indispensable que la Palabra De Dios sea, cada vez más, el corazón de toda la actividad eclesial»

Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización. Por lo tanto, hace falta formarse continuamente en la escucha de la Palabra. «No es solamente estudiar Biblia, sino orar con la Palabra». 

La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar. 

Es indispensable que la Palabra de Dios “sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial”. 

4. Evangelizadores con Espíritu (Cap. V EG)

«La Iglesia existe para evangelizar», recordó Ros evocando las palabras de Pablo VI. …quiere decir evangelizadores que oran y trabajan.

La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más

La Palabra de Dios nos invita a reconocer que somos pueblo: “Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois puablo de Dios”(1Pe 2, 10).

La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo (268). 

Jesús mismo es el modelo de esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo.

«Yo soy una misión» (EG 273)

Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar.

La resurrección de Jesús no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Es una fuerza imparable (276).

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