El pasado 28 de marzo tuvo lugar una nueva sesión del curso sobre los sacramentos, organizado por el Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, esta vez a cargo de Monseñor José Luis Redrado, OH, dedicado al sacramento de la Unción de los Enfermos.

El ponente fue presentado por D. Francisco Martínez, Director del Instituto, en el que destaco que Monseñor Redrado ha sido el primer obispo de la Orden Hospitalaria. «Para mí es una gran satisfacción que venga al Instituto para dar un testimonio de lo mucho que ha vivido durante tantos años que ha permanecido en Roma. Tenemos una actitud de reconocimiento porque está puntual, presente en todos los acontecimientos diocesanos. Para mí, que venga a hablar aquí de la salud me rememora un poco a Cristo cuya principal ocupación fue precisamente curar. Yo le ruego que nos cure a nosotros primero, la capacidad de resituar la salud de los hombres en el puesto fundamento de la Iglesia porque Jesús, en todas las definiciones que dio acerca del motivo fundamental de su encarnación fu sanar a los enfermos. Bienvenido esta tarde, escuchamos con cariño y muchas gracias por haber venido”, señaló D. Francisco.

A continuación, Monseñor Redrado inició su exposición agradeciendo la presentación y la invitación a participar en el curso.

1. Itinerario de la salvación: Profecía – Plenitud de los tiempos (Cristo) – Memoria (sacramentos)

Señaló inicialmente que «antes de entrar propiamente en el sacramento, me permito hacer una breve reflexión que puede ayudar a integrar el sacramento de la unción en la acción salvadora de Cristo y en la tarea encomendada a la Iglesia». “Hermanos, hermanas, no inventamos nada”. “Ya está todo inventado, lo que hace falta es coger el testigo y ponerlo en orden como el Señor lo puso”, expuso. “En primer lugar, está la profecía, todo el Antiguo Testamento, que va camino del Salvador. En la plenitud de los tiempos, aparece Jesucristo. La profecía se convierte en realidad. Pero el Señor nos ha dejado la Iglesia y los sacramentos». 

2. Dos ideas fundamentales: La figura de Jesús y los enfermos (todo lo ha hecho bien9: Cristo responde con obras. La Iglesia enviada a curar. ID y evangelizad. Id y curad. 

Señaló igualmente que «hay que volver a Jesucristo, y hacer memoria, de lo que Él hizo y como Él lo hizo». «La evangelización de Jesús tiene un lugar preferencial sobre los enfermos. La mayor parte del tiempo de evangelización de Jesús la pasa con la gente, no en la sacristía ni el en despacho». “Hay que estar donde está la gente, si queremos evangelizar”.

Monseñor Redrado: «Si queremos evangelizar, tenemos que estar donde está la gente, especialmente los más desfavorecidos y los que pasan dificultades«.

“Jesús estuvo, sobretodo, con la gente en dificultades: paralíticos, leprosos, pecadores…” Lc 4: “EL Espíritu del Señor está sobre mi….” J»esús hizo, sobretodo, milagros, curaciones». «Está con la gente que lo necesita: para eso ha venido. “No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos”. “El Señor tocado por la misericordia del Padre, recordemos la parábola del hijo pródigo”. «Jesús tocado por la misericordia, cura a los enfermos, alimenta con el pan de vida, perdona a los pecadores, resucita a Lázaro y a la viuda de Naín, consuela a María Magdalena». «El Señor nos ha anticipado la materia del juicio: “me habéis dado de beber, me habéis visitado…” 

3. Hoy la Iglesia  está cerca de los enfermos – CURANDO. Curación integral, toda la persona y no solo el cuerpo. Estructuras para curar – Obras sanitarias católicas. También los sacramentos para los enfermos en particular el SACRAMENTO DE LA UNCIÓN.

Esto que hizo el Señor, invita a hacerlo a la Iglesia, señaló el ponente. “La Iglesia si quiere ser creíble, lo será en cuanto el programa de evangelización pastoral tenga los mismos objetivos y presencias del Señor”. “La gente entra más por los testigos que por las teorías”. La presencia de Jesús entre los enfermos es el ejemplo a imitar. La Iglesia ha recibido de Cristo un mandato explícito, la misión de ir y enseñar a todas las gentes, y dio poder y autoridad sobre los demonios y para curar enfermedades. Y los Doce partieron y predicaron por todas partes y lograron curaciones (cf. Mt. 6, 13). 

Este espíritu debe animar a las comunidades cristianas, sobretodo a cuantos están en contacto directo con los lugares de sufrimiento y de asistencia. La actividad caritativa de la Iglesia tiene una función apologética.  

4. Breve iter histórico del servicio Pastoral de la Iglesia a los enfermos

Monseñor Redrado explicó que el testimonio de la Iglesia primitiva emana también de sus obras (“mira cómo se aman”) y dichas comunidades estuvieron en vanguardia entre los que sentían necesidad. Primeros los apóstoles, después delos Padres de la Iglesia (por ejemplo, San Basilio), las órdenes religiosas (Benito y su regla, San Agustín, tienen especial cuidado para mantener esta relación con los pobres y enfermas. El S. XVI creó uno “campeones de la caridad”, tales como San Juan de Dios y San Vicente de Paúl. Después, el S. XIX, un “batallón” de mujeres dedicadas a la atención socio-sanitaria. “He sacado una conclusión de todos mis viajes por el mundo: que la Iglesia no es del papa Francisco, no es del papa Benedicto o de Juan Pablo II, ni de los papas, la Iglesia la dirige Jesucristo, la dirige el Espíritu Santo, si no fuera así, hace muchos años que hubiera desaparecido”, reconoció. 

Recordó que la Iglesia tiene 116 mil estructuras de asistencia socio-sanitaria, 400 pertenecen a la Orden de San Juan de Dios (Anuario Pontificio 2021). 

Y animó a recordar el progreso de la técnica en el campo sanitario. “Los que vivimos en el hospital vivimos esta realidad especialmente”. “Pero que la técnica no nos ahogue, debemos tener especial atención al espíritu que deben tener las instituciones de la Iglesia, y especialmente, las sanitarias”. “Curar no solo el cuerpo, sino la persona en su conjunto, evangelizar la persona”.  “Evangelizar, curando”, según dicen los Estatutos de la orden hospitalaria. “Una corriente de amor, de servicio, de ayuda, de perder el tiempo con la gente”. Monseñor Redrado recordó una anécdota de la Madre Teresa de Calcuta con una enferma. Su atención le suscitó una pregunta: “¿Quién le ha enseñando a cuidarme así, a tratarme así?”, dijo la Madre Teresa: “Lo que le estoy haciendo me lo ha enseñado mi Dios” y dijo la enferma: “Enséñeme a su Dios”. Esto es el final de una curación: “Cuando salga el enfermo, curado total o parcialmente, se vaya curada como persona”. Esto es lo que debe hacer todo profesional de una institución de la Iglesia. “La Iglesia debe contribuir a la creación de condiciones que ayuden a vivir y denunciar todo atentado contra la vida, primar los valores de la comprensión, de la escucha, del servicio, del amor. Una Iglesia que pretenda ser presencia de Jesús debe ser testigo de su amor, de su vida, de su acción salvadora, de todo ello con gran fidelidad al Espíritu, al núcleo del mensaje evangélico y evangelizador, pero estando atenta a los signos de los tiempos, y precisamente, siendo fiel a esto, es como puede iluminar la realidad, integrar valores, ser humilde y cercana a los pobres”. 

Monseñor Redrado: «La Iglesia debe contribuir a la creación de condiciones que ayuden a vivir y denunciar todo atentado contra la vida, primar los valores de la comprensión, de la escucha, del servicio, del amor. Una Iglesia que pretenda ser presencia de Jesús debe ser testigo de su amor, de su vida, de su acción salvadora, de todo ello con gran fidelidad al Espíritu, al núcleo del mensaje evangélico y evangelizador, pero estando atenta a los signos de los tiempos, y precisamente, siendo fiel a esto, es como puede iluminar la realidad, integrar valores, ser humilde y cercana a los pobres”.

 

5. Concilio Vaticano II: DE la extremaunción a la Unción de enfermos

Seguidamente, Monseñor Redrado explicó la relevancia del Concilio Vaticano II en esta cuestión. El Concilio no se ocupó directamente de la cuestión sanitaria, pero nos ha dejado textos importantes. “Cristo fue enviado por el Padre a evangelizar a los pobres, a levantar a los oprimidos, a buscar y salvar a los que estaban perdidos». Recordó el inicio de la Gaudium et Spes: “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestros tiempos son, sobretodo, de los pobres y de cuantos sufren, son, a la vez, gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente bueno que no encuentre eco en nuestro corazón. Es “una bandera para saber lo que tenemos que hacer y cómo lo tenemos que hacer”. 

El Concilio Vaticano II cambió la propia denominación del sacramento, superando la tradicional de “extremaunción” por la de “unción de los enfermos”.

Otro documento del Concilio, la “Sacrosanctum Concilium” señala que “no es solo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momento de su vida sino de los fieles que sienten que su vida, por debilitamiento físico o vejez, comienza a estar en peligro de muerte”.

Es un sacramento que debe entrar en el Pueblo de Dios, pero es necesario que entre también en los pastores, junto a los ritos propios de la Unción de los Enfermos, el Concilio Vaticano pide también que la realización del rito sea conferido al enfermo después de la confesión y antes del viático. «Debería hacerse más hincapié -señaló- en las parroquias para favorecer la concienciación de los fieles que ingresan en el hospital». 

La formación es requerida para los agentes sanitarios, en los diferentes niveles de intervención, para que puedan responder mejor a las numerosas cuestiones de tipo ético, religioso, que se presentan en el hospital. Es muy importante la formación. Se refirió también a una reciente nota de la CEE sobre la objeción de la conciencia del personal sanitario. 

El Catecismo de la Iglesia Católica trata también de los sacramentos de curación. “El Señor Jesús, médico de nuestros cuerpos y almas quiso que su Iglesia continuase con la fuerza del Espíritu Santo su obra de curación y salvación, incluso en sus medios propios. Esta es la finalidad de los sacramentos de curación: el de la penitencia y el de la Unción de Enfermos”. 

La Lumen Gentium  señala, por otra parte, que “la sagrada unción de enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor, sufriente y glorificado, para que los alivie y los salve, incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo y contribuir así al bien del Pueblo de Dios”.

Siguiendo al CIC nos encontramos varias indicaciones referentes al sujeto del sacramento, a los ministros, al modo de administración y a los efectos de este sacramento. Respeto a quién puede celebrar el sacramento, recordó que solo pueden hacerlo los sacerdotes, aunque explicó que el Dicasterio de la Pastoral de la Salud se realizó un estudio teológico, que se presentó ante la Congregación de la Doctrina de la Fe, en el que se solicitaba que pudieran administrar ese sacramento los diáconos. Se contestó por parte de esta Congregación que era un tema que requería mayor estudio. 

Por lo que se refiere al ritual (nº 65-76), señala que “la unción de los enfermos es el sacramento específico de la enfermedad, no de la muerte». «Sacramento de la vida, expresión de la acción liberadora de Cristo, las catequesis y las celebraciones comunitarias deberá insistir en esta idea: la unción no es anuncio de la muerte cuando la medicina ya no tiene nada que hacer, tampoco es ajena al personal sanitario o asistencial, pues es expresión del sentido cristiano del esfuerzo técnico. Por todo ello, sería muy de desear que el personal sanitario participara en la celebración para que pudiera abrir mejor el conjunto de la acción de la técnica a la vertiente sobrenatural propia del sacramento”. 

7. Experiencia y práctica

«¿Qué nos dice la experiencia ahora y la práctica sobre este sacramento?», se cuestionó el ponente. «La enfermedad es una experiencia difícil, dura, es un huésped que llega a veces sin avisar, rompe todos los proyectos, los títulos, los orgullos… todo cae cuando uno enferma seriamente». «¿Cómo pues celebrar el sacramento en este ambiente de fragilidad, cómo cantar cánticos al Señor en tierras duras, difícil, que es la enfermedad?» «Si la enfermedad es tierra extranjera, si esto lo veo yo, sacerdote, hombre de fe, qué sucede en la inmensa mayoría de los mortales». «La experiencia nos dice que no es fácil celebrar este sacramento en situaciones graves de enfermedad, especialmente cuando falta formación y comprensión sobre el concepto de los sacramentos, cuando se ha vivido lejos de la práctica religiosa». «Cuando se une en la gente el sacramento a la muerte». «Es muy difícil la labor del capellán; es necesario normalizar la pastoral sanitaria para evitar rechazo en el sacramento de la unción». “Lo que notamos en el ámbito hospitalario es el reflejo de lo que se vive fuera, en el pueblo, en las parroquias…”. 

«Es difícil hacer celebración, pero no imposible». «Es también una oportunidad para el enfermo, para la familia. El enfermo empieza a valorar una nueva perspectiva. Es un kairós también para la familia, en el que pueda encontrar un espacio para reavivar su fe y su amor». «s un tiempo de Dios, que se hace presente en medio de la enfermedad». «No es que estuviera antes ausente, sino que somos nosotros los distraídos». «Ahora en la enfermedad se siente más cerca a Dios, que pasa, no para juzgarnos sino para salvarnos». 

Monseñor Redrado: «La celebración de la unción es un kairós tanto para el enfermo como para la familia, en el que pueden encontrar un espacio para reavivar su fe y su amor».

«Es posible la celebración y se debe hacer». «Tenemos más medios: la renovación posconciliar ha ayudado muchísimo; la mayor sensibilidad y preocupación de las parroquias; la mayor preparación y dedicación de capellanes, religiosas y laicos; el establecimiento por Juan Pablo II de la jornada mundial del enfermo; la celebración comunitaria con los enfermos… Es importante también la familia, que pueden hacer de intermediarios». 

7. Actualización práctica

Finalmente, el ponente explicó que «el sacramento es el encuentro con Dios, es un signo de la fe, es la epifanía, la manifestación de Dios en nuestra vida». «La Iglesia en su misión evangelizadora ofrece al enfermo, a través de los sacramentos, un servicio de reconciliación, específicamente el servicio de la unción de los enfermos. Un sacramento que ayuda al enfermo creyente a vivir la enfermedad con un sentido de fe, por la acción del Espíritu, gracias a los gestos y la oración de la Iglesia, Cristo está presente, da fuerza, valor, ayuda en la debilidad, en la fragilidad. La unción integra al enfermo en el misterio pascual, el enfermo es, al mismo tiempo, fuente de fortaleza para la Iglesia y para la humanidad. Por tanto, es necesario una renovación, insertarlo en el plano de la pastoral. No son ritos aislados, sino gestos que expresan amor, lucha contra el mal. Son un momento importante, se diría que un aliado de la técnica para la curación total, integral de la persona. 

Debemos procurar -concluyó- hacer catequesis en las parroquias, promover celebraciones comunitarias que crearía una corriente de solidaridad, evitando y superando miedos, potenciando su perspectiva festiva. Insistir en la participación activa. 

El ponente ilustró su explicación con multitud de ejemplos fruto de su dilatada experiencia.   

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