El pasado día 20 de diciembre tuvo lugar una nueva sesión del Curso “Los sacramentos de la Iglesia”, del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, esta vez a cargo de Dª. Dolores Ros De la Iglesia, profesora de eclesiología en el Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, con la ponencia «La Iglesia, Cuerpo y Sacramento de Cristo«.

La profesora Dolores Ros inició su exposición encuadrando el nuevo contexto en el que la Iglesia se encuentra, marcado por el tránsito entre “la civilización de la palabra a la civilización de la imagen”. Detrás de esta transformación se da una transformación cultural, en el que se da una aceleración de los procesos de comunicación de masas que generan una mentalidad global (DC 323). Se presenta igualmente en este nuevo contexto la necesidad de identificar nuevos lenguajes con los que comunicar la fe (DC 5) y la corporeidad es la misma interioridad e las personas en su manifestación visible. 

Seguidamente, la profesora expuso una serie de reseñas bíblicas, del Evangelio de Juan, en las que se pone de manifiesto a Cristo, como sacramento de Dios Padre (Jn 1,14; 3, 16; 14,6; 17,3) así como la consideración de Cristo como sacramento fundamental de la donación de Dios a los hombres y del sí de la humanidad a Dios (Is 53, 4-5 y Jn 3,16).  

Bajo tales premisas, explicó la configuración de la Iglesia como sacramento de salvación, a partir de los textos conciliares: 

* LG 1: «…la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad del género humano» 

* LG 9: «Dios…constituyó la Iglesia para que sea para todos y cada uno sacramento visible de esta unidad de salvación (de los hombres en Cristo)». 

* LG 48: «Porque Cristo resucitado de entre los muertos, envió su Espíritu vivificante sobre sus discípulos y por él constituyó su cuerpo, que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación» 

* SC 5: «Pues del costado de Cristo dormido en la cruz brotó el admirable sacramento de toda la Iglesia» 

* AG 5: «… (Cristo resucitado) fundó su Iglesia como sacramento de salvación». 

  • GS 45: «… la Iglesia es sacramento universal de salvación que manifiesta y realiza el misterio de amor de Dios hacia los hombres». 

“La Iglesia -señaló- no existe para sí misma, sino que está al servicio del Reino de Dios”, sino que “constituye el germen y el principio de ese Reino”. En la práctica de la Iglesia, debemos decir que es sacramento de salvación pero en el mundo, al servicio del Reino de Dios”. “Esto es lo que la Iglesia tiene continuamente que vivir” y recordarlo continuamente” (LG 48). 

Si la Iglesia es sacramento de salvación, “¿cómo ofrece esa salvación? ¿Cómo es capaz de actualizar esa salvación de Cristo? A través de unas funciones, debemos recordar que la Iglesia está al servicio de todo el género humano y que camina por toda la humanidad, como fermento y alma de la sociedad, que debe transformar en familia de los Hijos de Dios”. En este sentido, explicó que las funciones al servicio del Reino es la de iluminar y de estimular la historia de los hombres y se trata, no solo de colaborar con los hombres de buena voluntad sino de transformar a la humanidad”, señaló.

“La Iglesia no existe para sí misma, sino que está al servicio del Reino de Dios”. 

“La Iglesia está en el mundo, para el mundo, al servicio del Reinado de Dios”. Para ofrecer esa salvación tiene que hacerla posible, a través de unas funciones y unos momentos concretos”.

Tales funciones son: 

Por la diaconía, donde se realiza el Reino, a través del amor, al promoción del hombre, la transformación de la sociedad, la educación, toda forma de liberación, de solidaridad. Responde al deseo de hallar una alternativa a la lógica del dominio y egoísmo que envenena la convivencia humana. La comunidad cristiana está llamada a manifestar un nuevo modo de amar y de servir. Una capacidad de entrega a los demás que haga creíble el anuncio evangélico del Dios del amor y del Reino del amor.  

La Koinonía, donde se vive el Reino de Dios, que se traduce en fraternidad, en reconciliación, en unidad, comunicación, comunidad, compartir… Es decir, se realiza en ese Reino vivido en la fraternidad y en la comunión. REsponde al anhelo de hermandad y de paz de los hombres de todos los tiempos. Debe manifestar un modo nuevo de convivir y de compartir, anuncio de la posibilidad de vivir como hermanos. Los cristianos estamos llamados a anunciar el Reino de la fraternidad y de la unión, brindando espacios de libertad, de comprensión y de amor. 

Por otro lado, está el signo de la Martyria (martir = testigo), es la función profética, que se realiza en el testimonio, en el anuncio explícito, en la catequesis, en la enseñanza escolar, en la predicación, en la homilía. Esta función debe brillar en le mundo como clave de interpretación de la vida y de la historia. Ante la demanda de sentido y experiencia del mal, que induce a tantos hombres al fatalismo, los cristianos debemos ser portadores de esperanza. El anuncio de Jesús de Nazaret, que revela el amor del Padre e inaugura la venida del Reino. 

Y la liturgia, donde se celebra el Reino, especialmente, en la Eucaristía, en los sacramentos, otras celebraciones, la oración, las fiestas, las devociones…. Abarca el conjunto de ritos, símbolos y celebraciones de la vida cristiana como anuncio y don de salvación. Responde a la exigencia de celebrar la vida y de acoger y expresar en el rito el don de la salvación. La comunidad cristiana está llamada a crear espacios en donde la vida y la historia, sean celebradas y exaltadas como proyecto y lugar de realización del Reino. 

“Estas funciones eclesiales, en las que la comunidad cristiana va, está al servicio del Reino de Dios, no se pueden separar como realidades independientes, es muy importante que las tengamos siempre presentes constituyendo un todo orgánico”. “La experiencia eclesial es algo armónico y tiene que integrar estas cuatro funciones eclesiales”, señaló Ros. “Estas cuatro funciones deben estar presentes en la Iglesia, y no solo en la Iglesia universal, sino también en cada una de las comunidades cristianas”. 

“Un cristiano, una comunidad, tiene que vivir las cuatro funciones: la caridad, la comunión, el anuncio y la liturgia”. 

A continuación explicó los ámbitos del proceso evangelizador. “La tarea de la Iglesia -explicó- se realiza en distintas etapas que marcan el dinamismo de su actividad”. “Son los distintos momentos del proceso evangelizador”. 

Estos ámbitos son los siguientes: 

  • La acción misionera. El Papa Francisco habla del “kerigma” e, incluso, de una catequesis “kerigmática” (como señala el nuevo Directorio de la Catequesis), como el encuentro con Jesucristo, momento fundante, sin marcha atrás. El Papa recuerda que debemos volver siempre a ese momento inicial, que “te ha tocado el corazón”, a partir del cual “construir toda la relación con Dios”. Esta acción se encuentra dirigida a no creyentes y alejado, que pretende la conversión inicial. Asume formas variadas: presencia, servicio, diálogo, testimonio, hasta llegar al anuncio explícito del Evangelio.
  • La acción catecumenal, dirigida a los interesados en ser cristianos, que pretende la integración en la comunidad, la iniciación en la fe. Acogida, acompañamiento, catequesis, ritos y sacramentos de iniciación, mistagogia. La acción catecumenal es una función esencial de la Iglesia, expresión de su maternidad.
  • La acción pastoral, dirigida a los que ya son cristianos, pretende la maduración en la fe. Los medios son: celebraciones, sacramentos, predicación, catequesis, vida de comunidad, servicio de caridad, etc.
  • Sin olvidar la acción en el mundo, dirigida a la sociedad y la cultura, que pretende el testimonio evangélico. Comprende promoción humana, acción social y política, acción educativa y cultural, fomento de la paz, compromiso ecológico. Son ámbitos de presencia donde los cristianos deben ponerse al servicio del Reino de Dios en el mundo.

Por último, explicó que «el cristiano es sacramento de Cristo y de la Iglesia”. “Si la Iglesia es sacramento de salvación, los miembros de la comunidad están llamados a ser lo mismo”, en definitiva “testigos”, “discípulos misioneros” (como señala el Papa Francisco en EG). “El testigo es aquel que ha visto, odio, experimentado”.  “Ha sido tan importante para él, que no puede dejar de contarlo”. “El testigo cristiano es alguien que ha hecho, dentro de la comunidad cristiana, una experiencia personal de salvación”. 

“El testigo cristiano es alguien que ha hecho, dentro de la comunidad cristiana, una experiencia personal de salvación”.

“La Iglesia es comunidad de testigos que son alguien salvado por la Palabra, participa de la salvación en los sacramentos (especialmente, en la Eucaristía), es alguien que se siente “hombre nuevo” (porque acepta esta dinámica pascual y siente que ha habido en él es nuevo nacimiento), es testigo de amor-comunión con Dios y con los hermanos, que vive la fraternidad y es testigo de Cristo porque sigue comunicando lo que ha visto y oido, lo que experimenta, su experiencia de salvación”. Concluyó señalando que “la Iglesia está llamada a ser una comunidad de testigos, una comunidad de discípulos misioneros”. 

“La Iglesia está llamada a ser una comunidad de testigos, una comunidad de discípulos misioneros”

La próxima sesión correrá a cargo de Dª. Estela Aldave, el próximo lunes 10 de enero, bajo el título “La Escritura y la palabra proclamada, como presencia «corporal» de Cristo Palabra”.

Para más información sobre el curso 2021-2022 e inscripciones: https://centroberit.net/curso-2021-2022-del-instituto-diocesano-de-estudios-teologicos-para-seglares/

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