El pasado lunes, 25 de octubre, tuvo lugar una nueva sesión del curso de teología del Instituto Diocesano de Estudios Teológicos para Seglares, esta vez a cargo de D. Francisco Génova, con el título “La mirada. Lo esencial es invisible a los ojos. Solo se ve bien con el corazón”. 

El profesor Génova inicio su exposición con una reflexión sobre el descrédito que sufre, en nuestros días, todo lo simbólico-ritual y el propio concepto de mito a partir de la consolidación de la racionalidad científico-técnica. Esta nueva racionalidad parte del supuesto de toda creencias religiosa puede ser falsa frente al conocimiento científico, que es siempre cierto, objetivo y alejado del mito y lo simbólico. Sin embargo, este descrédito es, explicó, meramente aparente ya que proliferan nuevas formas de simbolismo mítico tales como el “New Age”, el “Mindfulness” o el consumo sincrético de religiones orientales. Frente a esta crisis de lo simbólico, el ponente animó a poner en valor esa “insondable profundidad de la realidad”, que es lo simbólico, entendiendo que lo que supera a la razón meramente empírica no necesariamente irracional, sino, en palabras de Ruiz de la Peña, «transracional», que alcanza un ámbito que afecta a «aquellas dimensiones de lo humano en las que los hombres nos jugamos, literalmente, la vida, solo son atacables por una razón no circunscrita a lo empíricamente verificable o lógicamente demostrable«.

Lo simbólico hace referencia a esa «insondable profundidad de la realidad», señaló Génova

Prosiguió su exposición analizando la dimensión simbólica del ser humano y el acercamiento al mismo que se ha realizado por las diferencias ciencias humanas, tales como la antropología filosófica, las ciencias de las religiones, la psicología, la sociología o la semiología. 

Explicó igualmente, en este contexto, la definición y etimología del “símbolo”, que, en última instancia, ostenta una función mediadora: “El símbolo une e interpela”, señaló. Y lo distinguió del concepto de “signo”. Si bien en el lenguaje teológico se han identificado ambos conceptos, en el lenguaje general son divergentes: “El signo así entendido es arbitrario, no refiere a aquello a lo que indica; mientras que el símbolo contiene en sí mismo la fuerza de remitir a lo simbolizado, y de algún modo el símbolo se configura como la unión de la realidad simbolizada con quien se acerca al símbolo”.  El símbolo, explicó Génova, nos refiere a una “interpretación encarnada”, esto es, aquella en la que se da una relación natural entre significante y significado. Trajo a colación la reflexión de Josep María Rovira, de que el símbolo “permite ver y creer porque es la intersección de la intervención divina en la visibilidad humana”; “indica un lugar y un momento de la intervención de DIos, por medio de Cristo, en medio de los humanos”. 

Por ello, hay una íntima relación entre el símbolo y la realidad. Con José García Paredes, señaló que “por medio de la actividad simbólica somos capaces de dar sentido a la realidad y de descubrir el sentido que ella tiene.” En este sentido, “el pensar sacramental es la capacidad de percibir el mundo en su dimensión simbólica, en su misteriosa transparencia. Esta forma de percepción es tan real como la científica. Las categorías que definen la realidad no son únicamente inminencia y trascedencia: hay una categoría de mediación ineludible que es la transparencia”. 

“A través del símbolo y, por tanto, en la mediación del símbolo, se comunica lo que viene del Trascedente a los corazones”, explicó el ponente con palabras de Rovira Belloso. 

Por ello, resulta necesario el culto, la liturgia, en nuestras vidas, porque, como explicó el profesor Génova “un acto cultual es un acto que nos posibilita realizar nuestro ser, realizar el cosmos, llegar a ser efectivamente lo que somos…” Sin él, en palabras de Pedro Fernández, “los actos de mi vida están cojos, hacer algo, pero se queda a medio camino”. Se dice, en este sentido, que “lo auténticamente real es de por sí el sacramento, que está revestido, cargado, de lo sagrado”. 

«Lo auténticamente real es de por sí el sacramento, que está revestido, cargado, de lo sagrado» (Pedro Fernández)

El ponente compartió igualmente las cuatro tesis propuestas por Rovira Bello al hablar de los símbolos en la teología sacramental: 

  1. El símbolo rehace en la memoria humana el recuerdo de lo que es divino.
  2. El símbolo es también anticipación de la escatología divina en el mundo humano.
  3. El valor del símbolo viene de la iniciativa gratuita de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  4. En el símbolo se produce la asunción –por parte de lo invisible- de la materia y de la corporalidad.

El ponente propuso, siguiendo a José García Paredes, una definición de sacramento: los sacramentos como símbolos del encuentro (fundación cósmico-antropológica) del hombre con el misterio de Dios (fundamentación religiosa), manifestado históricamente en Cristo Jesús (fundamentación histórico-salvífica), celebrados ritualmente (fundamentación antropológica-cultural), en momentos decisivos de su existencia personal y social (fundamentación antropológico-existencial). Son símbolos instituidos por la praxis transformadora de Jesús y por el poder de la Pascua (fundamentación criptológica), actuados por el Espíritu del Señor (fundamentación pneumatológica), por mediación de la comunidad eclesial orgánicamente constituida (fundamentación eclesiología), que implican e introducen al creyente en la existencia y dinamismo escatológico del reino de Dios, de la alianza definitiva (fundamentación escatológica) y construyen así a la Iglesia como comunidad misionera en el mundo (dimensión misionera) para gloriad e Dios Padre (dimensión doxológica). 

«Los sacramentos son símbolos el encuentro del hombre con el misterio de Dios, manifestado históricamente en Cristo Jesús, celebrados ritualmente, en momentos decisivos de su existencia personal y social, instituidos por la praxis transformadora de JEsús y por el poder de la Pascua, actuados por el Espíritu del Señor, por mediación de la comunidad eclesial orgánicamente constituida, que implican e introducen al creyente en la existencia y dinamismo escatológico del reino de Dios, de la alianza definitiva y construyen así a la Iglesia como comunidad misionera en el mundo para gloria de Dios Padre«, recordó Génova siguiendo la conocida definición de García Paredes sobre los sacramentos.

Finalmente, el ponente afrontó la cuestión sobre si existe una crisis simbólico-sacramental en la actualidad. En una sociedad posmoderna, en la que predomina la desconfianza en la razón y el desencanto por las promesas no cumplidas de la Modernidad, debe reivindicarse especialmente la verdadera significación sacramental. De la mano de la reflexión de Pedro Fernández Rodriguez, Génova evocó las palabras de este teólogo cuando señala que “la religión no animada por la fe es magia e ideología farisaica, sin referencia a Cristo, donde se gesta el ateísmo o el agnosticismo; y la fe que no se manifiesta en la religión cae en un intimismo religioso ahistórico o en una politización degradante de la fe […] es preciso redescubrir en su plenitud el momento simbólico y sacramental del rito cristiano […]. La verdadera celebración sacramental brota de la fe y se expande en la religión, mientras la salvación se hace historia en las personas y en las comunidades.” Esta reivindicación de la sacramentalidad es, en última instancia, también una reivindicación del carácter sagrado y trascedente del ser humano. El propio ser humano es, en sí mismo, una realidad sacramental. En este sentido, recordó que el Concilio Vaticano II adoptó un concepto amplio de sacramento, en línea con la teología patrística, en el cual la palabra “sacramento” se aplica ya no solo a los siete signos sacramentales de la Iglesia, sino también a Cristo, a la Iglesia, al ser humano y a la creación entera. 

Citó al profesor Dionisio Borobio cuando señalaba que “la sacramentalidad es una realidad viva, destinada a ayudarnos a vivir nuestra vida de hijos en el Hijo y a participar del Misterio en y por la mediación de la Iglesia. Los sacramentos son las mediaciones o signos privilegiados por los que participamos de este misterio de salvación y de gracia”. 

«Los sacramentos son las mediaciones o signos privilegiados por los que participamos de este misterio de salvación y de gracia» (D. Borobia).

La próxima sesión del curso de teología tendrá lugar el próximo lunes, día 8 de noviembre, a las 20 horas, cuya ponencia correrá a cargo de D. Pedro Fraile, bajo el título “La palabra. El lenguaje como donación de vida”. 

Para más información sobre el curso 2021-2022 e inscripciones: https://centroberit.net/curso-2021-2022-del-instituto-diocesano-de-estudios-teologicos-para-seglares/

 

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