La Inversión Socialmente Responsable (ISR) es la expresión más extendida del apoyo de los mercados financieros a las prácticas en responsabilidad social de las empresas. la ISR es aquélla que incorpora consideraciones sociales, medioambientales o de buen gobierno a las financieras a la hora de tomar decisiones de inversión. La ISR es un tipo de inversión en donde a los tradicionales factores de rentabilidad liquidez y riesgo se le incorporan, como factor clave, las convicciones de los inversores. El objetivo es que la gente ponga su dinero a trabajar en la misma dirección que sus convicciones.

Al principio, la ISR era considerada sólo como un alegato social y utilizado como una herramienta para influir en el comportamiento social y medioambiental de la empresa. Los inversores ejercen sus derechos de propiedad para rechazar financiar actividades que consideran moralmente reprobables. No parece tener mucho sentido que los ahorros de una persona, por ejemplo, activamente pacifista o decididamente convencida de los dañinos efectos del tabaco, puedan encontrarse invertidos en fondos de inversión cuya cartera esté compuesta por acciones de empresas relacionadas con el Ejército o con tabaqueras. El primer fondo de inversión ético fue el Ansvar Aktiefond Sverige y nació en Suecia en 1965, tres años antes que el Pax Global Fund en Estados Unidos (1968) que aparecería en un momento de gran sensibilización de la opinión pública estadounidense con la guerra de Vietnam. Poco después fueron surgiendo otros fondos relacionados con otros asuntos polémicos como el comercio con el régimen del Apartheid en Sudáfrica o dirigidos a la protección del medio ambiente, especialmente desde el pronunciamiento del informe Bruntdland en 1987. Fondos religiosos también han ido apareciendo a lo largo de la historia ISR

Con el tiempo, los mercados financieros comienzan a tomar conciencia de que la RSC es también un buen indicador tanto de la calidad en la gestión y gobierno de una empresa como de su futura evolución. La hipótesis de partida es que una gestión adecuada de los riesgos no financieros de la empresa se encuentra directamente relacionada con la creación de valor para el accionista. Desde este punto de vista, la actitud positiva de la empresa, se ve reflejada en los mercados de productos, de recursos humanos y financieros. Las empresas RSC además lograr la simpatía de sus clientes aumentando la demanda de sus productos (mercados de productos) y conseguir atraer y retener el talento de sus recursos humanos (mercado de trabajo), disminuye la probabilidad de incurrir en riesgos sociales y medioambientales por lo que reduce su coste de financiación y todo ello se traduce, en definitiva, en un mayor beneficio (mercados financieros). Esta mayor rentabilidad se conoce como el “alfa ético”. En el caso concreto de la industria financiera, José Manuel Velasco opina que “la responsabilidad social en el entorno financiero es concebida como una ventaja competitiva en tanto que proporciona reputación, fideliza al cliente y facilita una comunicación más emocional”.

R = α + β*Rm + ε

Siendo R, la variable dependiente, la rentabilidad de la acción.

Rm, la variable explicativa, la rentabilidad del mercado.

α, la constante, es decir que la rentabilidad que ofrece un valor es constante independientemente de la evolución del mercado.

β, la 1ª derivada. Mide la respuesta de R a variaciones de Rm. Si beta es mayor que la unidad, significa que las acciones suben y bajan más que el mercado, es decir que las acciones tienen más riesgo que el mercado. Las acciones tienen una prima de riesgo respecto a los activos sin riesgo (letras) mayor que el mercado.

ε, el término de error.

Julio de 2000 marcó un antes y un después en esta forma de concebir la ISR en Europa. Ese año la Disclosure Act modificaría la ley británica sobre fondos y planes de pensiones de 1995 exigiendo desde ese momento a los gestores de fondos de pensiones que hicieran público «si, y en qué medida, factores sociales, medioambientales o de tipo ético son tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones de inversión o desinversión en valores cotizados». Es decir, no obliga a cumplir criterios de RSC pero obliga a decir si los cumple o no.

Los fondos ISR en España.

En España ha existido una cierta confusión terminológica en torno a las Instituciones de Inversión Colectivas (IIC) que invierten según criterios ISR. Este tipo de confusiones no son exclusiva de la ISR si no que se extiende tanto al conjunto de la RSC -como demuestra el Borrador de Documento “La Semántica de la Responsabilidad Social Corporativa” de José Luis Lizcano y Pablo Nieto que la Comisión de RSC de AECA se encuentra debatiendo en la actualidad- como a otros tipos de fondos –por ejemplo, los fondos garantizados cuya revisión terminológica por parte de la CNMV obliga a las gestoras a detallar sus características para mayor protección del partícipe- o de activos financieros –como los contratos financieros atípicos (CFA)-. Toda actividad novedosa requiere especial cuidado en la definición de sus principales características.

La Circular de la Comisión Ética de INVERCO de 15 de noviembre de 1999 propuso una clasificación de los fondos de inversión éticos entre fondos propiamente éticos, fondos solidarios y fondos sectoriales.

1. Los fondos de inversión propiamente éticos son aquellos que definen, en su Folleto de Gestión, los criterios sobre los que se basa la selección de empresas en las que realizarán sus inversiones, siguiendo un análisis excluyente y un análisis en términos positivos. Estos fondos determinan, desde un punto de vista de criterios negativos, qué comportamientos excluyen a las empresas del plan de inversión (industria armamentística, pornografía, tabaco, alcohol, energía nuclear,…) y, por el contrario, cuáles son las prácticas empresariales necesarias para llevar a efecto dichas inversiones (especial dedicación al medioambiente, fomento de la contratación estable, obra social, transparencia,…). Estos criterios pueden admitir graduaciones. Por ejemplo, seleccionar o no empresas cuya facturación o beneficio provenga en un porcentaje determinado de una actividad determinada o que puedan representar un peligro potencial aunque no constatado. En este sentido, Peter Kinder (2002, p.53), afirma: “la empresa social perfecta y socialmente pura no existe, no se pueden hacer distinciones entre blanco y negro. Los inversores socialmente responsables saben reconocer diversos tonos grises; por ejemplo, a Coca-Cola se le puede acusar de vender agua azucarada al tercer mundo, pero comparte sus plantas de depuración de aguas con la comunidad. Son un motor económico de los países en vías de desarrollo”.

Por ejemplo podemos tomar en consideración los siguientes criterios

Políticas estratégicas sostenibles, Sustainability policy, strategy and Management

Relaciones con empleados

Relaciones con stakeholders

Gobierno Corporativo

Productos y servicios de calidad

Criterios ISR (medioambientales y sociales) específicos por sector y generales. Algunos ejemplos:

Automóvil: reducción de gases contaminantes, programas de ahorro de energía, …

Farmaceúticas: Criterios transparentes en investigación (experimentación con animales, ingeniería genética, fuentes biológicas, …)

Banca: integración de criterios RSC en banca de inversión

Alimentación: comercio justo, alimentos genéticamente modificados, normas de conducta de proveedores,…

Y como criterios de exclusión: Armas Tabaco Juego, Pornografía, Aborto, Alcohol, Energía Nuclear, Transgénicos

Un tema importante es que el sector suele admitir que un 5% de la aportación al beneficio total de la compañía puede ser tolerado si la empresa demuestra un buen resultado social y medioambiental.

La otra cara de la moneda son los fondos de inversión cuyo primer criterio de inversión es seleccionar aquellas empresas consideradas “socialmente irresponsables”. En EEUU, por ejemplo, el Vice Fund sólo invierte en empresas relacionadas con el juego, el tabaco el alcohol y las armas. Según afirman en su folleto: “quien no tiene vicios tiene muy pocas virtudes”.

2. Los fondos de inversión solidarios ceden un pequeño porcentaje de las comisiones de gestión del fondo a entidades no gubernamentales, sin exigir, en líneas generales, el cumplimiento de los criterios de selección citados en el punto anterior. En España un 56,76% de los fondos son ISR, un 13,51%, solidarios y un 24,32% de las IIC éticas cumplen ambos criterios.

3. No se debe confundir ninguno de los tipos de IIC arriba expuestas con aquellos fondos de inversión sectoriales que inviertan en actividades relacionadas con el medioambiente, el reciclaje, la energía limpia, etc. El 5,41% de los fondos comercializados en España pertenecen a esta categoría

Factores clave en el desarrollo de la ISR en España

Cuatro factores van a jugar un papel clave en el desarrollo de la ISR en nuestro país: la evolución de los mercados financieros, la promoción del diálogo (“engagment”) entre gestores de fondos de inversión y directivos de las compañías cotizadas, las agencias RSC y la cobertura de los medios de comunicación de la ISR.

1. La evolución de los mercados financieros.

La revalorización de los fondos de inversión como consecuencia de la composición de sus carteras va a tener una gran influencia en el desarrollo de la ISR en nuestro país. El 64,7% de los fondos ISR en Europa se encuentran invertidos en renta variable y el 14% son fondos mixtos (FIG. 18). Es por ello por lo que a la hora de cuantificar el desarrollo de la ISR sería necesario distinguir entre la revalorización de los propios fondos y el saldo neto de aportaciones y reembolsos.

Los fondos RSC españoles no han aprovechado la evolución de las Bolsas en los últimos años tras el estallido de la burbuja tecnológica y que llevó a los índices bursátiles a una montaña rusa desde los máximos de abril de 2000 hasta los mínimos de mayo de 2003 y su posterior recuperación. Nuestro selectivo índice Ibex 35, por ejemplo, desde de los 13.000 puntos cayó hasta los 5.200 para situarse en la actualidad en 11.000 puntos. Fondos excesivamente conservadores no han conseguido incrementar su patrimonio vía revalorización del mismo.

2. La promoción del diálogo (“engagement”) entre gestores de fondos de inversión y directivos de las compañías cotizadas.

El Proyecto de código unificado de recomendaciones sobre buen gobierno de las sociedades cotizadas que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) presentó el 18 de enero de 2006 reflejaba en su Anexo I una serie de recomendaciones complementarias entre las que se incluía el ejercicio del derecho de voto por inversores institucionales. El proyecto recomienda a las Sociedades Gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva y a las de Fondos y Planes de Pensiones que ejerciten de forma activa los derechos políticos de las acciones de sociedades cotizadas que posean.

También se recomienda que las gestoras agrupen todas las acciones que posean en una misma compañía en todos sus fondos de inversión y planes de pensiones a efectos del cálculo del 1% del capital de la sociedad emisora a que se refiere el artículo 81 del reciente Reglamento de la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva. Y de la misma forma para las Sociedades Gestoras de Fondos de Pensiones independientes.

3. El papel dinamizador de las agencias RSC.

Para Ángel Alloza, el objetivo de la RSC es “dar una respuesta adecuada a la existencia de una intensa y creciente demanda social en tal sentido”. Sin embargo, según Calvert (2005), el 60% de los inversores reconocen que “no tienen la información correcta para identificar ese tipo de compañías”. Por este motivo se entiende el papel de las consultoras especializadas en RSC, las cuales ordenan, cotejan y clasifican la información RSC emitida por las compañías y la ponen a disposición de los inversores institucionales. Una vez obtenida una información transparente, la creación de indicadores sería el paso siguiente en el análisis de la RSC.

El problema surge cuando cada una de estas agencias utiliza una metodología de análisis y rating propia. Eiris, por ejemplo, envía a las empresas un cuestionario social, otro medioambiental y uno ético con el que se recaban los datos esenciales sobre las políticas y prácticas que la empresa en cuestión lleva a cabo. Innovest organizada la información requerida de otra forma: riesgos medioambientales, calidad del equipo de gestión y oportunidades estratégicas de generación de valor. La última propuesta de una agencia RSC es la Guía “Calvert DigestTM” que a sus herramientas tradicionales de análisis (Índice Social de Calvert, Informes Especiales, …) añade otras como el Índice Calvert -nuevo sistema de indicadores de RSC en relación con las 100 mayores empresas de Estados Unidos- y la Instantánea Calvert -perfiles individuales de cada empresa, estableciendo un indicador en cada área-.

Tanto la abundancia de cuestiones como la diversidad de métodos utilizados pueden provocar apatía en las empresas a la hora de responder las encuestas (la “fatiga del cuestionario”) por lo que se agradecen recientes iniciativas encaminadas a resumir cuales son los aspectos más relevantes de las encuestas, aquellos que satisfacen a la mayoría de los índices y de las agencias RSC en la línea de crear un consenso en torno a un estándar de certificación.

4. La cultura financiera y la cobertura de los medios de comunicación de la ISR.

El capitalismo popular, en cuanto a una específica “cultura financiera de masas” se asienta en las tres características esenciales de la cultura de masas: oferta, demanda y medios de comunicación. Desde el punto de vista de la oferta, las empresas van a requerir cada vez más del mercado como fuente de financiación. Mandell (2000) dice que “si la tecnología es el motor de la nueva economía, la financiación es la gasolina”. Desde el punto de vista de la demanda, se observa una creciente liquidez de particulares e instituciones exigida para satisfacer la comentada oferta de papel, una “hiperliquidez permanente en el mercado” la llaman algunos analistas.

La acción de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías son parte clave en la difusión de la cultura de masas de Ortega. En el caso de la ISR, Moneva y Royo (2003, p.50) afirman: “los medios existen –índices de referencia, información formalizada…- sólo hace falta difundirlos y hacerlos aplicar”. El papel de los periodistas es simbólicamente reflejada por El Periódico de Aragón (5-9-04): “si los griegos y los romanos representaron el poder mediante un dios poderoso y majestuoso como Zeus, en la actualidad el poder se refleja en el Financial Times o demás periódicos de la denominada prensa salmón”. Para la cultura financiera de masas, la prensa financiera es un referente clave a la hora de acercarse a los mercados financieros ya que abaratan el coste de adquirir la información ya que la seleccionan y le dan fiabilidad al ser contrastada y proporcionada por distintas fuentes (Alexander Dyck, 2002) y adecuan los contenidos y la difusión de sus periódicos a la demanda. Coca y Díezhandino (p.64, 1991) concluyen que “nunca en España se había dedicado tanto espacio a la información bursátil ni se había dado con tal grado de detalle”. La cobertura que los medios de comunicación han dedicado a la ISR ha crecido de manera espectacular en los últimos años, tanto en artículos de opinión como periodísticos. Ramón Pueyo (2004) ha seleccionado los artículos sobre RSC que desde la Fundación Ecología y Desarrollo se han publicado en El País, Expansión, Cinco Días y Heraldo de Aragón desde el año 2000 hasta principios de 2004. Por otro lado, la Fundación Entorno (2005) afirma que en 2005 se publicaron en prensa 1918 referencias tan sólo a una parte de la RSC como es la acción social de las empresas, frente a las 643 menciones de 2004. Resulta significativo comprobar que el 41% de las noticias se publican en periódicos económicos.

Llegados a este punto, varias cuestiones se antojan pertinentes: ¿puede no satisfacer la Bolsa las exigencias de los inversores ISR?, ¿es posible hablar de un proceso de culturización financiera socialmente responsable de calidad? y ¿todo el mundo está capacitado para asimilar los conceptos básicos para participar en la Bolsa?

1. La Bolsa y las exigencias de los inversores ISR.

La Bolsa, al convertirse en un medio de ahorro masivo se ve sometida a exigencias de satisfacción de necesidades a gran escala de las leyes de mercado, primero en términos de rentabilidad (tanto en condiciones de acceso a la misma –comisiones- como de rentabilidad exigida), después en términos de rentabilidad neta de riesgo (índices de referencia o benchmarks, instrumentos de medición de riesgo como la ratio sharp o la beta, etc) y finalmente, en términos de modo de obtención de ese binomio (inversiones éticas y solidarias).

2. ¿Es posible hablar de un proceso de culturización financiera de calidad en donde los medios de comunicación ejercerían una función benefactora poniendo la cultura al alcance de las masas (postura integrada)?.

Desde el punto de vista de Spengler, Nietsche y Ortega y Gasset, esta democratización o difusión masiva de la cultura provocaría la degradación de la propia cultura debido a la baja calidad cultural difundida por los medios de comunicación (postura apocalíptica). La generalización del acceso a la información y a la contratación de activos financieros socialmente responsables propiciará que la alta cultura financiera –como la cultura en general- deje de ser patrimonio exclusivo de las elites y se convierta en “higbrown”. No es un problema de status sino de conocimiento. Por otro lado, la cultura popular, mucho más ruda, transformada en la cultura de masas –“lowbrow”- se entremezcla con la alta cultura y crea una nueva “midbrown” que “finge respetar los modelos de la alta cultura mientras que en la práctica los diluye y vulgariza” (Mac Donald, 1969, p.109). En cualquier caso, este midbrown tiene capacidad de retroalimentarse ya que “las grandes simplificaciones no son menos reales ni menos intelectuales que las pequeñas complejidades” (De Miguel, 1984, p.20) lo que tiene a perpetuar el modelo de cultura financiera de masas.

3. No todo el mundo está capacitado para asimilar los conceptos básicos para participar en la Bolsa. El problema surge cuando la tendencia general de la cultura financiera de masas hacia la promoción sistemática del conformismo, la homogeneidad y la estandarización pretende que se asimilen conceptos que mucha gente no está en condiciones de asimilar. Esa docilidad, fe o seguimiento que se da en el hombre por su necesidad constitutiva de saber a qué atenerse con la realidad y por su tendencia instintiva a acatar aquello que se le muestra como mejor tiene su fiel reflejo en la Bolsa. Nos encontramos ante la propensión a la inercia del hombre-masa de Ortega y que ante excesivas ilusiones en el mercado o extrapolaciones de rentabilidades pasadas hacia el futuro (a pesar de las advertencias en la publicidad de diversos activos financieros: “rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras”) puede quebrar las expectativas creadas lo que cristalizará en el factum del descontento y provocará diversas consecuencias para el ahorrador, como los cambios de perfil o el rencor hacia las instituciones que le han vilipendiado.

                                       Juan Royo Abenia